Lo más llamativo de la salida a bolsa de Ibercaja es que lo hará con una valoración que no difiere de la que tenía en 2016, en plena Operación Pilar, como adelantó Hispanidad, para colocar los 370 millones de euros en Cocos (bonos contingentes convertibles) de la Caja de Ahorros de la Inmaculada (CAI).

Hace cinco años no había urgencia alguna, pero ahora sí. El plazo para cumplir con la ley de Cajas finaliza el 31 de diciembre de 2022, tras la prórroga concedida en 2020, por la pandemia. Ibercaja tiene doce meses por delante para reducir la participación de la Fundación Ibercaja del 88% actual a menos del 50%. La alternativa, la constitución de un fondo de reserva, sigue siendo inviable.

Así las cosas, a la entidad que dirige Víctor Iglesias no le queda otra opción que debutar en el parqué y hacerlo antes de que la proximidad a la fecha tope juegue en su contra. Y como hemos señalado al principio, lo hará con una valoración de entre 1.600 y 2.100 millones de euros, según Expansión, la misma valoración de hace cinco años y que implica un descuento de alrededor del 50% sobre su valor en libros. No se alarmen en exceso: el resto del sector también anda revuelto: el Sabadell cotiza a un 32% de su valor en libros, Unicaja al 35%, Caixabank al 60%, el Santander al 68%, el BBVA al 73% y Bankinter al 85%.

A la fuerza ahorcan y la entidad aragonesa tendrá que rebajar el peso de la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, principal jugador de la Fundación, para dar paso a inversores externos. Pero lo peor no es cotizar en bolsa -en Ibercaja no se oponen a ello-, sino hacerlo con tanto descuento, con una valoración tan baja que supone regalar la entidad.