Ignacio S. Galán se queda sin margen de maniobra en Iberdrola y esta vez ni siquiera le podría salvar el PNV, partido al que tiene un poco cansado de su alarde de superioridad. Su plan verde carece de flujo de caja... y los tres principales accionistas (los fondos QIA, BlackRock y Norges Bank) lo saben.

El presidente ejecutivo de Iberdrola tiene razones para estar algo inquieto, porque el mercado no ha aplaudido los últimos resultados de la eléctrica, sobre todo por la elevada deuda financiera neta ajustada, que cerró 2023 en 47.832 millones de euros. El pasado jueves 22, el mercado le sacó tarjeta amarilla (-1,69%) por esta alta cifra, mucho más que por la reducción de ingresos, y obviando los aumentos en beneficio neto, resultado bruto de explotación (ebitda)... y dividendo. Un día más tarde, la acción bajó un 1,12% y tras el fin de semana, este lunes continúa sin remontar (-1,08%).

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Malos tiempos para la lírica, decía la canción del grupo Golpes Bajos, y a la vista de los resultados y la cotización, parece que son malos tiempos para la eléctrica con sede en Bilbao. El flujo de caja real procede en gran medida de la hidroeléctrica, pero ya no da para todo en lo que se ha metido Galán... y no puede seguir haciendo inversiones récord vía deuda. Ya no le basta con rotar activos (en el informe de resultados presumía de haberlo completado con el cierre de la transacción en México, por la que espera recibir una caja de unos 6.000 millones de dólares -unos 5.528 millones de euros- en los próximos días) ni tampoco con las alianzas que ha firmado con Norges Bank, Masdar y GIC. Necesita capitalizar más la empresa... por lo que se ve abocado a una fusión internacional. Eso sí, a este respecto se pudo ver otra ‘galanada’ en el Foro de Davos, donde Galán alardeó: “Analizamos todo, pero no dependemos de una compra”.

En caso de que se dé una gran fusión internacional habría más posibilidad de que el sucesor fuera alguien del mundo anglosajón y al mercado tampoco le gustaría que Iberdrola pasara estar dirigida por su yerno, David Mesonero, o por su hijo mayor, José Ignacio Sánchez-Galán García-Tabernero

La carencia de flujo de caja es conocida por los tres principales accionistas de Iberdrola: el fondo soberano catarí QIA, el fondo de capital riesgo estadounidense -y colonizador del Ibex 35- BlackRock y el fondo Norges Bank Investment Management, que gestiona el fondo soberano de Noruega. Estos podrían presionar y no hay que perder de vista que BlackRock tiene algo de experiencia en la materia, pues fue el que más presionó para que en la eléctrica se nombrara un CEO, un cargo para el que se eligió a Armando Martínez. Eso sí, este nombramiento le permitió a Galán seguir al frente de Iberdrola muchos años más y mandando lo mismo como presidente ejecutivo... y por ahora, lo hará, al menos, hasta la primavera de 2027 porque en la Junta de Accionistas de 2023 fue renovado por cuatro años más y Martínez fue ratificado como CEO. 

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A Galán, que tiene 73 años y cumplirá 74 el próximo 30 de septiembre, le empiezan a poner fecha de caducidad hasta dentro del PNV, donde se están cansando de ‘galanadas’ y no están dispuestos a seguir defendiéndole políticamente ante el Gobierno Sánchez... y menos después de que este le haya ofrecido traspasarle la gestión de la recaudación del impuestazo energético. A los tres mayores accionistas, como buenos fondos, tampoco les gusta que alguien se perpetue en el cargo y controle la mayoría del poder ejecutivo. Así que entre unos y otros, la presión podría crecer para que Galán dé paso a un sucesor, claro que en el caso de que se dé una gran fusión internacional habría más posibilidad de que fuera alguien del mundo anglosajón y al mercado tampoco le gustaría que Iberdrola pasara estar dirigida por su yerno, David Mesonero, director de desarrollo corporativo de la eléctrica; o bien por su hijo mayor, José Ignacio Sánchez-Galán García-Tabernero, jefe de Compras Globales de la eléctrica, porque no estamos ante una empresa familiar en la que perpetuar el legado.

Y ojo, el propio Galán le puso fecha de caducidad a su predecesor, Iñigo de Oriol e Ybarra, cuando este tenía 70 años. Hasta ahora la edad no había sido un problema ni tampoco el hecho de que a Galán ya no le quiere nadie (ni PSOE ni PP ni PNV... y que se ha cargado a los directivos que podían optar por sucederle, por ejemplo: ‘jubiló’ a Francisco Martínez Córcoles a sus 65 años y José Sainz Armada (cumple este año 65) está al frente del Departamento de Finanzas, Control y Desarrollo Corporativo... siendo el jefe más directo de Mesonero. Decíamos que la edad de Galán no tenía importancia porque la eléctrica iba muy bien, pero este ingeniero salmantino ha comenzado a cometer errores: el fracaso en eólica marina, la bofetada que ha recibido en EEUU (donde su filial Avangrid no podrá hacerse con el control de PNM Resources) o los resultados de 2023 son algunos de ellos. Y en demasiadas ocasiones, los errores tarde o temprano se pagan. 

Galán está en su año más difícil, pero no ha tenido reparos en aumentar su remuneración de 2023 a 13,836 millones de euros, un 5,94% superior a la del año anterior (la cual no gustó al 11,31% de los accionistas que votaron en la última Junta). Por ahora, la siguiente cita importante es el próximo 21 de marzo, cuando se celebrará el Día del Inversor de Iberdrola.