En Hispanidad ya adelantamos el plan de Slim para Metrovacesa. Y también hemos hecho balance de la actividad del grupo mexicano en nuestro país desde que tomara el control de FCC. La verdad, no le ha ido nada mal. Al tiempo, Slim está vendiendo todo FCC por trozos. Ellos lo niegan, ciertamente, claro, porque, en teoría, se trata de buscar socios con los que compartir gestión en todos los sectores (basura, agua, cemento). Pero lo cierto es que los hombres de confianza de Carlos Slim -todos ellos mexicanos- sólo esperan que todos esos negocios aporten los fondos necesarios para convertirle en el primer inmobiliario de España... y de la forma más barata posible. La penúltima operación, Metrovacesa, así lo demuestra.

La alianza entre Ana Botín y Carlos Slim es un matrimonio de interés: el mexicano quiere aumentar su respetabilidad de España y Ana Botín hacer lo propio en Norteamérica

Veamos: cuando Esther Koplowitz tuvo que elegir un socio para FCC, entre George Soros, Bill Gates y Carlos Slim, eligió al tercero, el mexicano, por ser el más industrial y el menos 'peligroso' de los tres. Y en efecto, fue una buena elección. Imagínense: si lo que entonces era la primera empresa de servicios de España -sobre todo en basura y agua- y una de las principales constructoras españolas hubiera terminado en manos de los venenosos sinvergüenzas, Soros o Gates... Y no se podía elegir a un constructor español como comprador porque... el cainismo español exigía FCC gratis y pagar su deuda... con los activos de FCC.

En resumen, la elección de Esther Koplowitz por Slim fue buena y durante los primeros años del mexicano en FCC se mantuvo el espíritu industrial de la compañía. Sin embargo, esto ha ido cambiando con los años. La cabra tira al monte y Slim tira al sector inmobiliario, de suyo especulativo.

O Industrial o financiero: Slim tendrá que elegir qué quiere ser en España

Ejemplo, la operación Metrovacesa no resulta muy edificante: dejando a un lado el maltrato al pequeño accionista (de humedades hablaremos luego) es un paso más para que Slim se convierta en el gran inmobiliario español, comprando a BBVA siempre ansioso de liquidez y creando un matrimonio de conveniencia con el Santander, que pretende influir en México a través de Slim con idéntico propósito: respetabilidad local.

Pero eso no quita que la trayectoria de Carlos Slim en España haya resultado una decepción: no se comporta como un industrial sino como un inmobiliario...  especulativo. La prueba del algodón la tendrán cuando, una vez controle Metrovacesa, comprobemos si se dedica a la promoción inmobiliaria o a sacar rendimiento inmediato a los activos inmobiliarios con cuyo control se ha hecho. O industrial o financiero: Slim tendrá que elegir qué quiere ser en España.