Desde hace unas semanas asistimos al debate falso de la energía, donde el ciudadano de a pie unas veces se pone el sombrero de contribuyente y otras el de consumidor. Ya saben que el último Consejo Europeo reconoció la excepcionalidad de la Península Ibérica, pero eso no significa que España y Portugal tengan barra libre para abaratar la luz. De hecho, su propuesta de topar el precio del gas en 30 euros por megavatio hora (MWh) es vista como excesiva por Bruselas, según El Mundo,... y sigue la incógnita sobre cómo se compensará a los productores de dicho gas, que es la clave de esta ‘gran’ medida energética.

Otro ‘golpe’ que recibe la propuesta hispano-portuguesa en apenas unos días, pues al CEO de Endesa, José Bogas, tampoco le gusta topar el precio del gas en 30 euros porque “es menor al precio normal de los contratos a largo plazo”. Asimismo, hay que tener en cuenta que los contratos de futuros de negocios de gas natural que cotizan en la plataforma neerlandesa TTF -de referencia para Europa- prevén una media de 110 euros para este año (como se puede ver en un tuit, el pronóstico supera los 105 euros hasta el tercer trimestre) y al precio de la materia prima, habría que sumar varios costes (regasificación, coberturas financieras y transporte, entre ellos). Parece que se complica la cosa para que la factura de la luz se pueda reducir a la mitad, como presumió la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del día 5.

Los técnicos de la Comisión Europea recomiendan que el tope del precio del gas que quemen las centrales de ciclo combinado e introduzcan en el mercado mayorista de la electricidad sea de unos 80 euros y que sólo dure varias semanas y no hasta final de año como han solicitado España y Portugal, según El Mundo. Y es que así, consideran que no provocarían distorsiones al resto del mercado europeo y que no tendrían denuncias judiciales de empresas aludiendo a ayudas de Estado.

Los analistas del Banco Sabadell han señalado que esto refleja la dificultad para sacar adelante la propuesta hispano-portuguesa y que algunas modificaciones invalidarían gran parte del efecto que persigue el Gobierno Sánchez. ¡Otro fracaso! Y también han apuntado a que se desdibujaría el riesgo regulatorio... Esto último seguro que gustará mucho a Ignacio S. Galán, presidente y CEO de Iberdrola, que aludió a que era elevado, aunque después le respondió el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, defendiendo que sí existe seguridad jurídica en España. 

Compensar a productores: el temor es que se cree un nuevo déficit de tarifa, después del que originó José Luis Rodríguez Zapatero con las elevadas primas a las renovables y que seguimos pagando... porque no sólo supondría más deuda sino una carga financiera (pago de intereses)

Y ojo, no se puede olvidar que Portugal y España no han aclarado cómo se compensaría a los productores de dicho gas cuyo precio quieren topar. Al parecer, no elevará el déficit de tarifa ni tendrá impacto en las cuentas públicas, sino que sería absorbido por el sistema eléctrico… Y es que se haría por el diferencial entre el tope y el valor fijado en el mercado del gas para el día siguiente. Eso sí, las cosas podrían cambiar, al menos en España, pues la negociación con Bruselas acaba de empezar y el Gobierno Sánchez es un gran aficionado al donde dije digo, digo Diego.

El temor es que en nuestro país se cree un nuevo déficit de tarifa, después del que originó José Luis Rodríguez Zapatero con las elevadas primas a las renovables y que seguimos pagando: este cerró 2020 en 14.294 millones, lejos de los casi 30.000 millones que alcanzó, y con la previsión de acabar de pagarlo en 2028, y la cifra bajó a 12.182 millones en 2021, según El Periódico de la Energía. Claro que no hay que olvidar que un nuevo déficit de tarifa no sólo supondría endeudarse, sino también una carga financiera al incorporar el pago de intereses... y por ello, sería mejor con cargo a los Presupuestos, lo cual sólo supone más deuda... a pesar de que la deuda pública española ya supera el 118% del PIB.