Le ha costado casi tres años pero ahora ya puede decirse que el ejercicio 2019 es el primer año en lo que puede decirse que la lentísima sucesión de César Alierta, la actual Telefónica ya es propiedad exclusiva de José María Álvarez-Pallete, tanto en su Consejo como en su equipo directivo

Y, al mismo tiempo, Pallete ha aprovechado para hacer los deberes: ha dividido la compañía por unidades e implantado un mensaje muy claro: lo que no consiga el retorno de la inversión, se cierra o se vende. Y vivió su propia prueba de fuego para cumplir esta norma. Como él mismo reconocía a sus próximos, le dolió vender Centroamérica, pero centroamérica no era rentable. Y veremos qué pasa con México, el país de habla española más poblado.

No, el reto de la gestión no ha terminado en un sector cuyos márgenes se estrechan aún más que los de la banca por una competencia feroz y una necesidad creciente de invertir. 

El presidente de Telefónica tiene ahora cuatro divisiones distintas y pujantes: España, Reino Unido, Brasil y Alemania

Ya ha conseguido que sus cuatro unidades principales, España, Brasil, Reino Unido y Alemania (en esta última todavía queda camino por recorrer) actúen como sólidos generadores de fondos.

Además, se ha enfrentado a una deuda pavorosa que ahora ha logrado reducir aunque el mercado aún le pide más. La frontera de la reducción es la capacidad para seguir generando fondos, la parte fuerte de su gestión no. Al final, se presentará a la Junta de Accionistas de junio con los deberes cumplidos.

Y con perdón de México, que es una incógnita, se acabaron las desinversiones

Y sí, aún tiene, cuando menos, dos asignaturas pendientes:

En primer lugar, la despolitización de la compañía. No me refiero, que también, a la desaparición de la clase política, casi un Congreso, que trabaja y cobra de Telefónica. Me refiero, sobre todo, a las pésimas relaciones de César Alierta con Pedro Sánchez, que Pallete ha recibido en situación de heredero legal. Por ejemplo, baste con citar la historia reciente de Prisa.

Pero, la politización dura viene ahora. Si Sánchez ya tenía entre ceja y ceja a Telefónica desde que Alierta apoyara a su archienemiga Susana Díaz, vía CEC, ahora, un Sánchez legitimado por la urnas. Aunque hay que reconocer que no es Telefónica la única compañía del IBEX que tiembla ante el nuevo Gobierno que, esta vez, si va a meterse en el prócer económico.

La segunda asignatura pendiente es la división de vídeo. Archiprogre división, con algunos productos salidos de la factoría Telefónica que sonrojarían a la ‘madame’ de un burdel.