La comparecencia de la vicepresidenta segunda, Nadia Calviño, en el Congreso, a mediodía del jueves, pasará a la historia. Va a necesitar de un buen psicólogo, tras una aportación donde los diputados intercambiaban miradas con una pregunta implícita: ¿pero qué le pasa a esta mujer?

Era la viva imagen de los mensajes contradictorios, que de día en día y a veces a las pocas horas, caracterizan al Gobierno Sánchez en política económica.

Y si no puedes subir impuestos, porque hasta tus votantes se te echan encima, entonces impones tasas. Por ejemplo, peajes

Calviño no sabe por dónde tirar pero, eso sí, mantiene todos sus tics progres. Y así, en un momento dado, soltó aquello de “empresas y empresos”. Ella misma, consciente de la estupidez que acababa de decir, se quedó parada y el final de la frase quedará para siempre en el cajón de los misterios parlamentarios.

Intentaré explicar la situación, que no es sencilla:

Acosado por Bruselas, el Gobierno Sánchez lanza mensajes contradictorios. Ejemplo: Bruselas no le ha dicho que suba los impuestos sino que cierre el agujero negro de las pensiones y del déficit público. No porque les preocupen los ancianos españoles o porque se desvelen por la salud de nuestras cuentas públicas. No, es porque la pandemia marca un hito que Pedro Sánchez califica de histórico pero que puede resultar históricamente ruinoso: la mutualización de la deuda europea. Y eso significa algo muy simple: ahora, si tú te endeudes yo pagaré una parte de la factura.

Entonces Moncloa se prepara para un subidón de impuestos, sólo que eso le traerá la ira del electorado, y ahora le tienen miedo a Ayuso.   

Por ello, si no puedes subir impuestos, porque hasta tus votantes se te echan encima, entonces impones tasas. Por ejemplo, los peajes.

Calviño defiende ahora los peajes. Es lo más justo, pero una cosa es pagar peaje por lo que se construye y otra por las carreteras que pagaron nuestros padres

Calviño defiende ahora los peajes. Es lo más justo, el pago por uso. Ahora bien, una cosa es pagar peaje por lo que se construye ahora y otra por las carreteras que pagaron nuestros padres.

Doña 'Nadie', ¿y si dimite usted ahora antes de que se precipite en el ridículo?