• En España se respira un ambiente guerracivilista. Lo mejor: no hacer cambios, ninguno, en la Carta Magna.
  • Porque, ¿se trata de cambiar la Constitución o de sofocar el independentismo?
  • Si es así, los independentistas no quieren la Constitución de 1978 de ningún modo. No desean cambiarla, sino eliminarla.
  • Otrosí: en ese ambiente frentista, lo único que nos faltaba para liarla parda es la III República.
  • Y esto, aunque Felipe VI haya hundido la reputación de la Casa Real entre el pueblo.
  • Luego está el hipercomplicado sistema requerido, no ya para hacer una nueva Constitución, sino para reformar la actual.
  • Otra cosa sería refundar España, pero eso no se puede hacer desde dentro de la Unión Europea.
  • Y por cierto, lo peor de la Constitución del 78 es que no protege el derecho a la vida.
Empecemos por el final: dejemos la Constitución de 1978 tal y como está. No vayamos a liarla. O lo de San Ignacio de Loyola, un tipo con grandes dotes para el gobierno: en tiempos de tribulación no hacer mudanza. Mejor no hacer cambios en la llamada Carta Magna. Por varios factores: ¿Se trata de cambiar la Constitución o de aprobar la autodeterminación? No olvidemos que los independentistas no desean la Constitución de 1978 ni reformada ni por reformar. No quieren cambiarla: quieren eliminarla. La consideran esencia jurídica de España y ellos odian a España. Otrosí: vivimos en un momento guerracivilista: lo único que nos faltaba es cambiar la forma de Estado o, tan siquiera, generar otra vez un motivo de discordia entre república y monarquía. Y esto, aunque Felipe VI haya hundido la reputación de la Casa Real entre el pueblo español. La diferencia es sencilla. Juan Carlos I sería todo lo golfo que ustedes quieran, pero era inteligente y conocía al pueblo español. Coqueteó con la izquierda republicana pero sin cabrear a la derecha monárquica. Su sucesor, Felipe VI, insulta a los monárquicos jugando a progresista no republicano. Con ello consigue cabrear a los monárquicos y que la izquierda progre le desprecie… porque nunca será de los suyos y le dejarán caer en cuanto tengan oportunidad. Luego está el hipercomplicado sistema requerido, no ya para hacer una nueva Constitución, sino para reformar la actual. Y claro, todo este esfuerzo sólo merecería la pena si se tratara de refundar España, pero eso no se puede hacer desde dentro de la Unión Europea… desgraciadamente. Sencillamente, tendríamos que atender los compromisos adquiridos, lo cual nos dejaría sin refundación posible, o romper con Europa, lo que exigiría salir y volver  entrar: trámite largo. Y por cierto, lo peor de la Constitución del 78 no es nada de lo anterior. Lo peor es que el "Todos tienen derecho a la vida" (art. 15) no ha protegido el derecho a la vida, especialmente del individuo no nacido. Mucho más grave que todos aquellos aspectos que aluden a la nación española. Por cierto, muy bueno lo del padre de la Constitución (Miguel Roca, hoy Miquel), quien definió a España como una nación y ahora defiende que Cataluña también lo es. Si el padre de la Constitución de 1978 solicita ahora, en 2016, un cambio sustancial en el texto que él mismo redactó, ¿se imaginan las aportaciones contradictorias del conjunto de la ciudadanía para una reforma constitucional en pleno ambiente guerracivilista? Como para pasarse al enemigo. E insisto, dejo a un lado el requetecomplicado código para modificar la Constitución. Complicado –matizo- no ya para una nueva Constitución (artículo 168), sino tan siquiera para reformar la actual (artículo 167). Eulogio López eulogio@hispanidad.com