El gran escultor barroco Gregorio Fernández recogió parte de la Crucifixión en el paso titulado Sed tengo
Viernes Santo, llega el momento de volver a leer la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, como el pasado Domingo de Ramos, en esta ocasión con el Evangelio de san Juan (Jn 18, 1-19, 42). Un día de ayuno, donde toca acompañar a Jesús, coronado de espinas y cargando con la Cruz, a lo largo del Vía Crucis, en el que tuvo tres caídas y la ayuda de Simón de Cirene; y también durante su crucifixión. Es momento de adorar esa Cruz que es símbolo de su Amor hasta el extremo de dar su vida y donde hasta en el último momento tuvo palabras de misericordia: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. Y tras su muerte, muchos se dieron cuenta de lo que había pasado: Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios (Mc 15, 37-39).
La coronación de espinas
La escena fue ilustrada, entre otros, por el pintor Leandro Bassano.
Camino del Calvario
En este camino, se encontró con la Verónica, que limpió su rostro, como quiso destacar el pintor Juan de Valdés.
Un rostro que quedó impreso en el paño de la Verónica, también denominado la Santa Faz, y que el pintor Francisco de Zurbarán ilustró con sus pinceles en el Barroco.
Un camino hacia el calvario al que el gran escultor Gregorio Fernández también dio forma.
Tres caídas tuvo Jesús por nuestros pecados cuando cargaba con la Cruz y necesitó la ayuda de Simón de Cirene para llevarla en el último tramo, como recogió Tiziano.
Hacia la Crucifixión y la muerte en la Cruz: Amor hasta el extremo
Jesús, coronado de espinas, despojado de la mayor parte de sus ropas y con una túnica, esperaba a ser clavado en la cruz, como muestra este paso de Francisco Alonso de los Ríos y Juan de Ávila.
‘El Expolio de Cristo’: se repartieron sus vestiduras y echaron a suertes su túnica, ante la mirada, entre otros, de Juan y la Virgen María, como reflejó Francisco Rizi.
En el Calvario, el pintor Luis Tristán ilustra a Jesús en la cruz ante la Virgen María y Juan. Recuerda a las palabras: Mujer, ahí tienes a tu hijo. [...] ahí tienes a tu madre (Jn 19, 26-27).
Hasta Velázquez quiso reflejar a Cristo crucificado.
El pintor y escultor Alonso Berruguete, junto a Vasco de la Zarza, le dio forma en el retablo mayor del monasterio de la Mejorada.
La crucifixión, de Alonso Cano.
O la de Bartolomé Esteban Murillo.
También El Greco, con sus alargadas formas, quiso dejar huella de la entrega de Jesús en la Cruz.
“Tengo sed”
Las últimas palabras de Jesús, reflejadas en el paso de Gregorio Fernández.
Imágenes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid y del Museo Nacional del Prado