Como viene recogiendo Hispanidad, Polonia se ha erigido en un baluarte contra las políticas pro-abortistas, pro-homosexualistas y pro-ideología de género de la UE. 

Porque los polacos defienden la vigencia de su Constitución sobre la europea y su soberanía: no están dispuestos a dejar que los niños y jóvenes sean adoctrinados en ideología de género, defienden la vida y la familia y son fieles a sus principios cristianos. Nada de esto gusta a Bruselas

Por ejemplo, cuando defendió el derecho de los niños a tener un padre y una madre al anunciar su veto a una propuesta de la Comisión Europea que pretende obligar a los Estados miembros a reconocer la maternidad subrogada y la paternidad de los «matrimonios» homosexuales. 

Por todo ello, Bruselas chantajea a Polonia bloqueando fondos europeos para los polacos cuando son estos los que, también por ejemplo, los polacos están siendo los más solidarios con Ucrania.  

Y en ese contexto, se ha conocido que la justicia polaca, siguiendo sus propias leyes, ha sancionado con nueve meses de prestación de 30 horas mensuales de trabajo comunitario a una mujer que ayudó a otra a abortar al suministrarle una píldora abortiva. 

Y es que ayudar a abortar en Polonia está penado hasta con tres años de cárcel. Desde 1993, la legislación de Polonia solo permite el aborto en caso de violación, incesto o si el embarazo conllevaba una amenaza para la vida o la salud de la madre y también en una situación de «alta probabilidad de defecto grave e irreversible del feto o enfermedad incurable que amenace su vida». Pero en octubre de 2020 Polonia abolió este último supuesto, el del aborto eugenésico

¿Y qué ha hecho la UE? 

El portavoz de Justicia de la Comisión Europea, Christian Wigand, al menos, reconoció: "La UE no tiene competencia sobre el derecho al aborto, un ámbito legislativo que incumbe a los Estados miembros".

Wigand añadió que la Comisión "no comenta" los casos individuales relativos a tribunales. Pero recordó la "posición" de Bruselas sobre el aborto: los "derechos fuertes en manos de las mujeres son un logro" del que la UE debe sentirse orgullosa y que “deberíamos empujar hacia adelante y no para atrás”.