Recientemente España ha tenido dos actuaciones negrolegendarias de alto impacto: una de corte político, la aparición en el Congreso de Gustavo Petro; y el otro mediático, la retransmisión desde Televisión Española de la coronación del nuevo rey de Inglaterra. Una vez más, toda la fuerza de la leyenda negra y la traición a la Hispanidad con el ventilador en marcha. A los que somos capaces de observar lo que nos rodea nos ha invadido la desesperanza de una España digna de su pueblo y su estado nación, su historia y su valor en el mundo.

Por un lado, está la aparición de un presidente de origen terrorista como es Gustavo Petro, que se ha permitido el lujo de insultar a España con los tópicos indigenistas mientras recibía la medalla de Isabel la Católica y que no rechazó. Un presidente que antes de que pisara la alfombra roja del Congreso, sus propios conciudadanos colombianos -que algo más sabrán que nosotros- se manifestaron y declararon que «es muy triste que el Gobierno español esté celebrando a un guerrillero comunista que desde el año 86 destruyó el palacio de justicia en Colombia». En cualquier caso, en el interior, y rodeado de los diputados que representan a España y los intereses de los españoles, fue despachado con una salva de aplausos mientras todo el grupo Vox abandonaba el hemiciclo: fue el único partido que tuvo un acto de valentía histórica y política.

¿Además de generar polémica, a qué más ha venido este tipo? Pues a promocionar el Foro de Sao Paulo, que pretende que España se una a él como elemento activo… ¡Otro motivo más para echar a Pedro Sánchez y su gobierno de perroflautas lo antes posible! El caso de Gustavo Petro es de libro, al menos en cuanto a la acción trituradora desde la América bolivariana e indigenista que, junto con otros presidentes como López Obrador o Daniel Ortega entre otros, hacen sus políticas locales a costa de la historia de sus raíces. Olvidan que sin ellas no estarían donde están, para empezar y, aunque, solamente fuese por el idioma que puedan moverse y disfrutar de tantos miles de kilómetros cuadrados entendiéndose unos con otros.

Es llamativo que el Partido Popular, ese partido que todavía dicen de derechas, aplaudiera en pie. Un partido que demuestra una y otra vez que tiene asumido el afrancesamiento político que distingue a intelectuales de toda ralea desde el siglo XIX

La presidenta del Congreso, Meritxell Batet, independentista de base, estaba encantada de ser la anfitriona de un personaje siniestro que ridiculiza a España en su presencia. Su discurso babeante era un espectáculo servil. Un hemiciclo de políticos y partidos que han asumido completamente la leyenda negra frente a un miserable como Gustavo Petro. Es llamativo que el Partido Popular, ese partido que todavía dicen de derechas, aplaudiera en pie. Un partido que demuestra una y otra vez que tiene asumido el afrancesamiento político que distingue a intelectuales de toda ralea desde el siglo XIX. Un partido con un Alberto Núñez Feijóo en alternancia, que no sustituirá a Sánchez, solo le relevará en la acción permanente en la labor de la deconstrucción de España. Que aplaudan los partidos de izquierdas y los enemigos de España como son los nacionalistas, pues como que es lógico porque está en su génesis de odiar a España. Claro, que qué decir si en España se ha blanqueado a ETA y a Otegui, entonces, por qué no hacerlo también con este otro compañero de fatigas.

Por otro lado, la puesta en marcha mediática a nivel global y de la que en España ha tenido máxima audiencia de la coronación del nuevo rey de Inglaterra, es otra inyección sedante en la cabeza del pueblo adiestrado y servil ante la admiración anglosajona. Inglaterra, ni más ni menos, la máxima potencia que traiciona y ha traicionado a España siempre que ha podido. Fueron los primeros, junto con los holandeses en general, en promover lo que se ha acuñado universalmente como leyenda negra, y que sobrevive hasta el día hoy día. Nada aporta a España, ni tan siquiera el hecho de ser un acto histórico que hay que vivir. Un fausto que aquellos que gritan contra nuestra monarquía constitucional, lo ven y no les desagrada. No he oído a los correligionarios republicanos, ni a los podemitas o a los nacionalistas, criticar que TVE gaste miles de euros para darnos un espectáculo como este.

Allí estaba nuestro rey Felipe VI y su consorte -no haré comentarios de…, no sé si llamarlo pamela-, disfrutando de su alta nobleza, codeándose entre lo más de lo más… Sin embargo, me vuelve a decepcionar como Jefe del Estado, como Rey de España, como representante de nuestra historia, que no haya dicho nada para parar los pies al progre-comunista-terrorista Gustavo Petro. Al final, todos van en el mismo barco, unos en camiseta, otros con corbata roja o azul y otros con capa de armiño.

Me vuelve a decepcionar como Jefe del Estado, como rey de España, como representante de nuestra historia, que no haya dicho nada para parar los pies al progre-comunista-terrorista Gustavo Petro

Dos actos que han encorsetado a España y a los españoles como los ciudadanos que son y representan a esta nación política. Se patea sin ningún escrúpulo nuestra historia, nuestros orígenes, nuestra razón de ser, al mismo tiempo que se hace propaganda apisonadora en las mentalidades del pueblo llano, lejos, muy lejos, del espíritu crítico sobre qué es lo que está sucediendo a su alrededor.

Algún día esto cambiará a nuestra clase política afrancesada, a los medios de comunicación vendidos, a las empobrecidas universidades públicas en pro de la juventud ignorante y a la masa ciudadana acrítica... Sí, algún día cambiará como digo, porque existe una resistencia disidente, creciente, en alza, en defensa de nuestro origen, el respeto por nuestra historia y que trabaja por el futuro.

La Corona y los partidos (Almuzara), de Antonio A. Papell Cervera. Tras la decadencia de Juan Carlos I, Felipe VI hubo de acceder al trono en circunstancias muy difíciles y ha debido adoptar medidas para recuperar el prestigio que Juan Carlos dilapidó. La reconstrucción no ha concluido pero la Corona vuelve a encontrar su sitio servicial y eminente, ejemplar y equidistante. La pregunta es… ¿Debería ser así?

Ortega y Gasset, su visión de España (Sekotia), de vv.aa. Ortega difundió claramente la España vieja y rota apostando por una solución europeísta. Una influencia en su modo de pensar que provenía de un siglo XIX desastroso para el concepto España, si podemos decirlo así. Ahora el nuevo currículo escolar incide en esto mismo y seis historiadores hacen un alto en el camino y aclaran conceptos.

Los orígenes de la Leyenda Negra española (El Paseo), de Sverker Arnoldsson. Este conjunto de estudios históricos, inédito en España, fue realizado por el hispanista y americanista sueco Sverker Arnoldsson, y acometió por primera vez una rigurosa investigación de las fuentes originales que establecieron el origen de la Leyenda Negra española. El libro que no se leerán en Congreso, pero tú sí debieras hacerlo.