Colegio Mayor Elías Ahuja
Si pretendes que tu colegio mayor universitario no sea mixto, sólo de chicos o de chicas, como siempre han sido, es probable que la universidad pública de tu distrito no te acepte como parte de su perímetro universitario. Y eso tiene unas consecuencia letales, desde el punto de vista académico y desde el punto de vista económico.
Recuerden que en el sistema universitario anglosajón (piensen en Oxford o Cambridge) no es un mero añadido a la universidad, sino la médula de esa universidad. En España empezó siendo así, aunque ya no es así. Sin embargo, en España, los colegios mayores continúan siendo un elemento de formación paralelo a la universidad, de primer orden. No sólo es la residencia para estudiantes en que se ha convertido, pero...
Pues bien, si obligas a que los colegios mayores sean mixtos, donde ellos vivan en una habitación justo al lado de la de ellas, lo que estás forjando, además de un ente muy progresista, es un putiferio de mucho cuidado. Christopher West, autor de ‘El Sexo y el Matrimonio’, ahora mismo uno de los divulgadores católicos, empeñados en unir sexualidad humana y compromiso, decía que fue testigo de una violación en su colegio mayor norteamericano. Le marcó, pero no crean que aquella barbaridad tuviera consecuencia alguna. Es lo lógico cuando pones a convivir, sin principio moral alguno, a ellos y ellas, al lado los unos de las unas, ellos y ellas en un estado hormonal máximo, entre los 18 y los 23 años.
Esto en el mundo capitalista, pero recuerden que el Partido Comunista Polaco, en el poder desde 1945 hasta casi 1990, pervertía a los adolescentes y les alejaba de la temida Iglesia católica, llevando a los adolescentes, desde la pubertad, a campamentos de verano mixtos, donde se les animaba, a ellos y a ellas a fornicar sin límite. Según los ideólogos comunistas, era la mejor forma de hacer buenos socialistas: suprimir cualquier barrera moral sexual.
Pues bien, otro de los avances del Sanchismo es expulsar de la universidad española a todo aquel colegio mayor universitario que no sea mixto.
Una costumbre progre que ha pasado inadvertida y cualquier protesta contra ella es considerada ultra, mientras corremos el riesgo de convertir nuestros colegios mayores universitarios en un putiferio.
Es otra manifestación BES (Blasfemia contra el Espíritu Santo), con el objetivo último de corromper a la juventud en su momento de mayor tensión hormonal: entre los 18 y los 23 añitos. ¿Por qué? Porque nuevamente estamos convirtiendo lo malo en bueno y lo bueno en malo, además de, atención, convertir lo optativo en obligatorio, el mal a la fuerza: o te afilias a la perversidad o serás ninguneado.
Eso sí: luego nos rasgaremos las vestiduras ante el energúmeno borracho que chilló groserías desde la ventana de un colegio mayor universitario masculino hacia otro femenino. Puro machismo, inaceptable, desde luego, que exige una corrección al sujeto gente, una reprimenda en toda regla... y poco más. Pero convertir los colegios mayores universitarios en un fornicio que pueda dar lugar a todo tipo de agresiones sexuales y al despelote general, así como a la perversión de una generación... eso es progresismo sanchista, sí señor.