
"Esto dice el señor del universo: en aquellos días, 10 hombres de lenguas distintas de entre las naciones se agarrarán al manto de un judío diciendo: 'queremos ir con vosotros, pues hemos oído que Dios está con vosotros'". Zc 8, 23.
Más cerca, San Juan Pablo II, el gran pensador del siglo XX, dictaminó: "El amor verdadero sólo es posible sobre la causa de la libertad". Karol Wojtyla hablaba tanto del amor a Dios como del amor a los hombres. Empecemos por el amor a Dios: Cristo no quiere que le amen animales o robots. Busca el amor del hombre libre, el único que merece la pena, porque, en uso de su libertad, bien puede odiar a su Creador... muchos lo hacen.
Por eso, la historia es la historia de la libertad, de esa libertad que constituye el gran regalo de Dios al hombre.
Recuerden a Teresa de Ávila -que dicen que era judía, no lo sé-, cuando regañaba a Jesucristo porque no había conseguido que saliera adelante una de sus obras de Dios. La respuesta del Creador hace relación, una vez más, al motor de la historia: la libertad, ese don otorgado por Dios al hombre. "Teresa, yo quería, pero los hombres no han querido". Ni el Creador mismo puede violentar la libertad que ha otorgado a la creatura. Es la regla de juego que Él mismo se ha impuesto. Y una vez que se comprende esta regla, se comprende todo, la historia entera.
Naturalmente, la libertad se convierte así en la llave del amor, sin el que no es posible ni que la justicia ni la paz reinen en la sociedad. No hay paz sin justicia (también de Karol Wojtyla) y la justicia, o parte de la libertad, o se convierte en mera contraprestación forzosa. Y eso dura menos que un caramelo a la puerta de un colegio.
Vamos con Gaza: en Israel reina la libertad, entre los musulmanes la opresión. Sólo por eso, Occidente debe estar siempre con Israel.
Sï ya sé que lo de Dios está con nosotros se convirtió en propaganda nazi, curtida en los cinturones de los soldados del Tercer Reich, pero eso era propaganda y lo otro es la Biblia, que no deje de ser buen camino hacia la verdad.
Lo que quiero decir es que los judíos, en verdad, fueron el pueblo elegido y que la civilización cristiano-occidental depende de tres cosas: la revelación judía, la filosofía griega y el derecho romano. Por tanto, un respeto hacia Israel, señores europeos.
Y pasando a lo concreto del conflicto de Gaza. Europa, de entrada, debe esta siempre con Israel. Marhuenda plasmó en el diario que dirige, La Razón, un título electrizante: "Netanyahu tiene razón". Y la verdad es que la tiene, aunque no siempre ni en todo. ¿Tenemos que evitar el sufrimiento de los gazatíes? Por supuesto que sí y también pararle los pies al bestia de Netanyahu. ¡Qué curioso! El único que lo intenta es Donald Trump, ese belicista de corte fascistoide.
Por supuesto que sí, que hay que pararle los pies a Netanyahu, pero sin olvidar quién tiene la culpa del sufrimiento de los niños gazatíes: sus padres de Hamás, estos malnacidos que primero asesinan y se ensañan con los judíos y luego, en lugar de hacer frente al ejército hebreo, se esconden, en suprema cobardía, detrás de sus hijos para que les maten... y le dicen a Occidente lo malo que son los judíos que están matando a su prole. Sal de detrás de ellos, miserable y enfréntate con valentía al ejército hebreo.
Cuidado: con Gaza ha vuelto el nazismo pagano y antisemita, de la mano del progresismo europeo, justificado con tontuna de los dos Estados. Como si el odio se solucionara dibujando países sobre un mapa. El odio sólo terminará cuando Hamás sea desarmado y neutralizado, por el medio que sea y cuando el conjunto de los palestinos, y el conjunto de árabes y, sobre todo, de musulmanes, que de una guerra de religión estamos hablando, comprendan que ni pueden ni deben aniquilar a los judíos... pues esto, y no otra cosa, es lo que pretenden.
El nazismo pagano y antisemita ha vuelto, de la mano del estúpido progresismo europeo.










