No estamos hablando de que la inflación y la cesta de la compra se haya disparado en los últimos años, sino de los peajes a la corrupción que tenemos que soportar en España. Y precisamente por parte de aquellos que prometieron regenerar la democracia o no volver a hacerlo más.  

Hemos pasado de las escandalosas comisiones que cobraban en Cataluña del 3% en tiempos de Jordi Pujol (y que por eso espera juicio desde hace más de 12 años), al 20% en tiempos de Pedro Sánchez. Al menos en concesiones de partidas y traspaso de competencias del Estado a los indepes catalanes por siete votos para parapetarse en el poder, por no hablar de los pelotazos de su entorno que afloran e investigan la justicia. 

La economía sumergida española descontrolada por los inspectores de Hacienda supera el 20% del PIB porque se conoce que sólo persiguen delitos superiores al millón de euros del que se beneficia David Sánchez, hermanísimo del presidente.  

Por no hablar del coste de las muertes por la pandemia (parece que solo hubo muertos en Madrid), la DANA, la mina asturiana y los del mega-apagón histórico del pasado 28 de abril en todo el país. El nivel de embustes y mentiras consentidas desde que nos gobiernan actualmente supera con creces el 20% de etapas anteriores. 

A lo mejor es la razón de la polarización de la vida pública a niveles no conocidos antes en democracia  y el descontento de la sociedad con la clase política que nos cruje a impuestos sin que repercuta  en lo que verdaderamente importa: más y mejor sanidad, educación, vivienda e infraestructuras básicas, mientras unos sinvergüenzas (y aforados) se lo llevan crudo.

Si algunos socialistas de honor y palabra como Pasquall Maragall se atrevieron a alzar en su día la voz  contra el 3% del partido de Jordi Pujol y Artur Mas, ex presidentes de la Generalidad catalana, hoy es otro socialista de menos honor y palabra como Pedro Sánchez quien no se fatiga de hacer concesiones a la antigua CiU (hoy Junts) del golpista Puigdemont en Waterloo con el 20%. Esto sin tener en cuenta el indulto y la amnistía para condonar las malversaciones millonarias en el procés que, por suerte, no van a tolerar los altos tribunales en Europa. Luego se quejaban del espionaje de los móviles en el caso Pegasus por organizar el golpe de Estado. No, si les parece les mandamos mejor un ramo de flores de felicitación. 

Pese a todo, hemos mutado de la “discreción” de las comisiones para los nacionalistas indepes del 3% en sus inicios al descarado asalto de la familia, del partido y del gobierno sanchista por porcentajes muy superiores.

En el decreto de los Anti-Aranceles en honor a Trump a algunas exportaciones españolas, Sánchez ha prometido destinar de forma preferente el 20% por la cara (by the face) a Cataluña, pero no por presión de la Generalidad socialista catalana sino del fugado Puigdemont (Junts). Anteriormente por la misma razón, Moncloa decidió condonar inauditamente 17.000 millones de euros de la deuda catalana a cargo del resto de los españoles y aumentar el nivel de la deuda soberana.

No contentos los golpistas con la ayuda de los socialistas, los españoles hemos tenido que ceder por la gracia de su sanchidad también a la cuota del 25% del español en las escuelas catalanas, o a una serie de competencias que decidirán los tribunales como el cupo catalán y la hacienda catalana. Al paso que van impondrán el catalán hasta en la alcoba, después de proponer que se hable en las empresas privadas bajo amenaza de más sanciones.  Y se quejaban de las prohibiciones de Franco cuando pagan hoy con la misma moneda.

Aunque también es inconstitucional las llamadas “embajadas catalanas”, Salvador Illa, el actual presidente autonómico del PSC/PSOE, con el visto bueno de Moncloa ha decidido abrir nuevas legaciones catalanas en el exterior aumentando casi el 20% el presupuesto dedicado a la “acción exterior” de la GenCat. 

Otras de las partidas cedidas al chantaje de unos insaciables secesionistas pasan por la gestión del Cercanías de Renfe en Cataluña -a pesar de existir los Ferrocarriles Catalanes con su superestructura-, la imposición del canal de la TVE2 en catalán (como si no fueran suficientes 6 canales públicos ya sólo en catalán), la gestión de puertos y aeropuertos catalanes, la lenta retirada de la Policía Nacional y Guardia Civil, así como delegar las políticas de inmigración y reducir a la mínima expresión el reparto de MENAS en Cataluña procedentes de Canarias  a costa de las comunidades autónomas gobernadas por el PP. Por si fuera poco, los indepes han exigido otro privilegio más a la desigualdad: una revalorización más alta de las pensiones anuales para los jubilados catalanes. Se nota que Dios los ha dotado con otros genes preferentes porque no se cansan de pedir al ejecutivo de Sánchez y obtener lo que no consiguieron durante el procés. El resto empezamos a estar empachados de tanta crema catalana. 

No nos podemos olvidar de otra discriminación iracunda que supera el 20%: A las comunidades gobernadas por la derecha, ni agua al empresario y emprendedor de montar un negocio “por explotador”, pero a las de la izquierda toda pasta es poca: tiran de subvenciones del erario, Viagras y se solidarizan  con las prostitutas colocándolas en empresas públicas. Incluso ONGs del gobierno (oxímoron) que dedican más subvenciones a nóminas de cargos directivos que a proyectos solidarios para la gente necesitada. 

Sin parangón es la obsesión por tomar partido  e inmiscuirse en ciertas fusiones empresariales privadas como la OPA del BBVA sobre el Banco Sabadell para contentar a los indepes catalanes. ¿Aún no se dan cuenta que vivimos en una economía libre de mercado y no en una economía planificada como en el antiguo bloque comunista del Este europeo?

No podemos obviar todas esas fortunas y patrimonios ocultos de gente próxima al PSOE, altos cargos y familia que presuntamente detentan en la República Dominicana y que supera más del 20% el ahorro medio de los españoles en nómina como nuestros servidores públicos. ¿Cuánto se habrán embolsado presuntamente por el rescate de Air Europa pese a haber repartido previamente entre sus directivos unos 28 millones en dividendos? Moncloa renunció a que la aerolínea devolviera ese dividendo tras ser rescatada.

La nefasta impresión que está sellando tantos escándalos en la sociedad es que los jóvenes se inclinen por lo fácil: hacerse funcionario, a ser posible liberado sindical para trabajar aún menos, acogerse a la reducción de la jornada laboral sin recorte salarial y si cuela mediante el CV trucado, como hacen sus ejemplares maestros del gobierno. Los puestos de responsabilidad en la Administración y empresas públicas no están reñidos con la incompetencia y la falsificación curricular. Y si mienten, meten la pata o la mano, lo robado nunca se devuelve. Qué entrañable cosmos estamos construyendo. 

Ahora, que la oposición conservadora tampoco se frote las manos. Tampoco son ajenos al 20%. Un vistazo rápido a las tramas más corruptas deberían ser suficientes para dar un escarmiento en las urnas, pero los trapicheos parecen haberse institucionalizado y pasar de generación. Basta recordar los casos Gürtel (hasta 900 millones de suma defraudada como cifran algunas fuentes), Púnica (500 millones de euros), Lezo (unos 25 millones), Bárcenas (cerca de 50 millones en cuentas de Suiza).

Pero volviendo a la actualidad, la mayor osadía del PSOE-franquista que hemos oído en tiempos recientes, no contentos con el comodín de Franco y el fracaso de los 100 actos previstos contra el aniversario  de su muerte ideados por Sánchez, es el nuevo relato que preparan los socialistas españoles para desviar el foco de la justicia a los casos abiertos de corrupción: culpablizar al dictador por el envío de españoles presos (republicanos) en Francia al campo de concentración nazi en Auschwitz.   

Como con el cuento del lobo, llegará el día por desgracia que con tanto desgaste por los repetidos escándalos, dispongan, propongan (por whatsapp) o hagan algo honesto para el pueblo y recelemos  no sólo por el 20%. No hay manómetro que aguante tanta presión contenida. Las venas de los españoles hace tiempo que están abiertas y nada mejora.