Carlos Mulet, el hombre de Estado que nos alertó de un ‘Apocalipsis zombi’ y solicitó una reubicación de la comunidad gatuna de Barajas, pasando por la expulsión de los curas de los hospitales, nos informa ahora de que perros y gatos no se pueden dejar en los coches en verano porque no tienen glándulas sudoríparas... y pueden sufrir un golpe de calor.

El senador por Més Compromis (86.000 euros anuales) y miembro de la ‘Asociación Parlamentaria en Defensa de los Derechos de los Animales’ (APDDA), ha solicitado al Gobierno, a través de pregunta escrita, una campaña estatal de concienciación ciudadana para prevenir las muertes evitables de animales de compañía que sufren encierros en coches, durante los meses del verano o en olas de calor.

El senador advierte que, durante el verano y con las fuertes olas de calor que afectan a España – que en muchos casos superan los 30 grados de temperatura -, dejar el coche aparcado al sol puede resultar peligroso para la salud humana -¡ah! ¿qué afecta a las personas-, pero también para la salud de los animales. La temperatura del interior del mismo aumenta rápidamente, en cuestión de minutos, y dicho aumento de temperatura puede ser peligroso para cualquier ser vivo que se encuentre en el vehículo. Dejar, por ejemplo, perros encerrados en coches aparcados al sol es exponerlos a un enorme sufrimiento con riesgo real de muerte.

Los perros y gatos no tienen glándulas sudoríparas, y regulan su temperatura corporal mediante jadeos. Un golpe de calor les puede provocar daños cerebrales irreversibles, e incluso una muerte relativamente rápida. Esto sucede mucho más rápido de lo que se cree: cuando la temperatura exterior es de unos 26 grados, un coche cerrado al sol se pone a 48 grados en menos de media hora, según afirman algunos investigadores. Con una temperatura exterior de 32 grados, se alcanzan los 49 grados en solamente 8 minutos, lo cual sería letal para cualquier perro o gato encerrado en dicho coche.