• Era el hospital estrella para sus abonados.
  • El copago se impone tanto en las sociedades sanitarias privadas como en la sanidad pública.
  • Sólo que se intenta emplear otros términos.
  • Y es que las cuentas no salen: ni a los públicos ni a los privados.
  • En paralelo, se vive un proceso de fusiones entre compañías sanitarias privadas: eso puede beneficiar a la empresa resultante pero no al servicio.
  • Y Centene se hace con Rivera Salud.
  • Y en ciernes, polémica a lo USA: la oferta de abortivos de la sanidad privada.

La sanidad gratuita tiende a su fin. Hablo de la sanidad pública y de la privada. Por eso, en ambos sectores, por encima de la guerra ideológica entre partidos por la sanidad pública, lo cierto es que ambos sectores están aplicando el copago sanitario y haciendo así que la sanidad privada sea más cara y la pública deje de ser gratuita.

Una etapa más en ese camino: Sanitas, la más famosa entidad sanitaria de España, reduce sus servicios en la famosa clínica Ruber, un de sus portaestandartes... porque resulta muy caro. Que sus abonados vayan a sus propias clínicas o a otros servicios más económicos. O, sencillamente, copago: que paguen algunos servicios como ya hacen otras asociaciones privadas ligados a institutos sanitarios públicos o privados. Por ejemplo, los periodistas madrileños.

Al mismo tiempo, en la sanidad pública se reducen camas por el verano o se reducen servicios no esenciales, que pasan a ser de pago.

En la sanidad privada se tiende al oligopolio: arreglar las cuentas que no salen con concentraciones. Quirón e IDC se fusionan y Centene paga 60 millones por el 50% de Rivera Salud. Pero las fusiones pueden servir a la cuenta de resultados de la compañía, no al servicio. En medicina las economías de escala suelen resultar ficticias.

Es decir, la medicina gratuita pública tiende a disminuir en servicios y la sanidad privada a encarecerse. Y los dos buscan el copago, el complemento a unas cuentas de resultados que no salen.

Y todo ello en un mundo obsesionado por la salud y la seguridad, probablemente con un trasfondo de miedo cerval a la muerte. Así que el gasto sanitario se convierte en una demanda insaciable y en un coste inasumible.

La nota ilustrativa: Sanitas quiere irse de la Ruber.

Por cierto, y en ciernes en España polémica a lo USA, a lo Obama: la obligación de prestar servicios abortivos, quirúrgicos o químicos, en la sanidad privada concertada y en la sanidad pública, a través de fórmulas como la anticoncepción abortiva de urgencias etc. ¿Dónde está la objeción de conciencia de los médicos

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com