¿Dónde está la pasta que estafó Madoff? Se pregunta un tertuliano radiofónico, con esa sagacidad tan propia de los tertulianos.

Pues en ningún sitio, claro está. La pregunta recuerda aquella que, según el fallecido Rafael Pérez Escolar, le formulaban los presos de Alcalá Meco a Mario Conde y demás compañeros mártires. Tras leer releer que el agujero de Banesto se elevaba a cerca de 4.000 millones de euros, los reclusos, gente práctica, sólo se interesaban por una cuestión: ¿Dónde habéis escondido ese pastón?

A ver si nos entendemos, como buen estafador de la bolsa, Madoff era muy poco original: invertía los ahorros de sus clientes en productos especulativos, esos que cuando doña Bolsa sube producen más rentabilidad que cualquier otro pero que cuando doña Bolsa se estrella son los primeros en pinchar porque están hechos de aire, razón por la cual reciben el nombre de burbuja. No valen nada porque eran especulativos, estaban invertidos en una burbuja especulativa, un mercado secundario que en nada apoya a la economía real y que adquiera una maligna vida propia. Toda burbuja está llena de aire y como tal aire cuando estalla no se esconde en ningún sitio: simplemente se evapora.

Lo que hizo Madoff es lo que hacen los especuladores cuando estalla la burbuja: internar salvar la cara absorbiendo nuevos clientes con cuyo dinero paga a los anteriores. Es Afinsa, es Forum Filatélico, es Gescartera, es Lehman, es Citi, es Morgan, es Santander, es Banif, es Banesto, es BBVA, de lo de siempre: especulación financiera. Madoff no es peor que los demás, sólo que Madoff no aguantó el estirón y la burbuja le explotó en las manos. Muchos de los citados han aguantado porque antes de que estallara la burbuja el Estado corrió, solícito, a salvarles, con dinero de todos los contribuyentes, también de sus estafados.

Así que lo peor de esta crisis, que en agosto cumplirá dos años, es que los gobiernos han aceptado el chantaje de los mercados financieros y han pagado los platos rotos con el dinero de todos. Es más, cuando todavía no hemos asimilado la crisis de la economía real provocada por la burbuja especulativa de los mercados, la bolsa ya está creando una nueva burbuja de aire, aprovechando que los gobiernos occidentales no han reaccionado ante la crisis de la única forma que deberían haberlo hecho: castigando fiscalmente la especulación bursátil.

El dinero de Madoff no está escondido, está desaparecido, lo mismo que la riqueza occidental hecha de aire. Así que no estamos saliendo de la crisis; estamos en la crisis permanente. La especulación es lo que un teólogo liberado -de tiempo y de dinero- llamaría una estructura de pecado y un castizo deslenguado calificaría de jodienda importante.

Eulogio López

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