Primer desembarco de Cristóbal Colón en América, cuadro de Dióscoro Puebla y Tolín

 

Octubre ha llegado a su fin, el mes dedicado a la Hispanidad, que el diccionario de la RAE define como “conjunto de los pueblos hispánicos”, y sigue patente la fuerte relación con España, algo que también se puede ver en proyectos solidarios relacionados con la educación, el desarrollo, el empleo y la inclusión. El origen estuvo en el descubrimiento de América por parte de Cristóbal Colón en 1492, algo que se conmemora cada 12 de octubre, el Día de la Hispanidad, desde 1918, cuando aquí empezaron a hacerse celebraciones similares a las que había en países hispanoamericanos, aunque hasta 1987 no se instauró como Fiesta Nacional, por ley. Y en EEUU, el Mes Nacional de la Herencia Hispana tiene lugar entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, y este año, Donald Trump ha proclamado el 13 de octubre como el Día de Cristóbal Colón.

Una relación entre ambos lados del océano Atlántico que empezó hace 533 años y que hoy perdura. Entre los proyectos solidarios están los que desarrolla la ONG internacional Ayuda en Acción, que trabaja con el objetivo de generar oportunidades de crecimiento y desarrollo para las personas que más lo necesitan. Por ello, acompaña a personas desde que son niños y jóvenes, así como a personas desplazadas, facilitando su acceso a la educación y su transición al empleo y el emprendimiento, con el fin de generar un desarrollo sostenible y duradero en sus comunidades. En Hispanoamérica, Ayuda en Acción trabaja en varios países, concretamente en Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Perú y Venezuela.

En Bolivia, en los valles de Tupiza, la labor ha sido mejorar las condiciones de riego de las plantaciones de durazno (melocotón) y manzana para mitigar las sequías, reducir la incidencia de heladas y contribuir a una buena producción para aumentar los ingresos de las familias

Ayuda en Acción fortalece la capacidad productiva de familias fruticultoras en los valles de Tupiza

 

Entre sus programas en Bolivia, ha trabajado en fortalecer la capacidad productiva de familias fruticulturas en los valles de Tupiza, un municipio fronterizo con Argentina que tiene un alto índice de migración y donde las actividades agrícolas a veces no bastan para cubrir las necesidades de la población, y a la pérdida de cosechas por las sequías se suman otros problemas, como la falta de carreteras y de transporte público. Aquí la labor ha sido mejorar las condiciones de riego de las plantaciones de durazno (melocotón) y manzana a partir de un fondo semilla que apoya el Banco PYME Ecofuturo, para mitigar las sequías y reducir la incidencia de heladas, así como contribuir a una buena producción de frutas para aumentar los ingresos de las familias, en especial de las mujeres productoras (entre ellas, hay un grupo de jóvenes con potencial emprendedor). Y ya se han empezado a ver algunos frutos, pues 33 familias campesinas han ampliado su capacidad de producción con la mejora del sistema de riego. También se ha fortalecido la cadena apícola en familias campesinas y guaranís de los municipios de San Pablo de Huacareta y Monteagudo.

Otro destacado proyecto trata de contribuir a la sostenibilidad de los sistemas de producción de frutas en los valles altos del país, concretamente en los municipios de Chuquisaca, Potosí y Tarija. A través de una agricultura ecológica se pretende asegurar ingresos para las familias productoras, al tiempo que se conservan los recursos de suelo y agua. También se usa la innovación tecnológica para mejorar el rendimiento de los cultivos y la agricultura de precisión con drones para optimizar recursos, y se fomenta la inclusión de las mujeres. Además, ha puesto en marcha alternativas agroecológicas de gestión inteligente en los Yungas y el norte de La Paz, para fortalecer los procesos comerciales entre emprendedores y productores, adecuando la oferta y la demanda.

En las regiones de Amazonía, Chaco y Valles Interandinos, se sigue trabajando para que niños y jóvenes indígenas y campesinos sean protagonistas del desarrollo de sus comunidades a través de una educación técnica de calidad en varios centros educativos con actividades que aumentan y fortalecen las capacidades técnicas, tecnológicas y productivas para fomentar la producción, el empleo y el emprendimiento.

En Colombia, destaca la apuesta por el cacao, que se conoce como el “cultivo de la paz”, generando una gran transformación en comunidades vulnerables y en zonas afectadas por el conflicto armado y las economías ilegales

cacao

 

En Colombia, Ayuda en Acción trabaja desde 2006 en los departamentos de Bolívar, Sucre, Norte de Santander, Santander, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Entre sus programas, destaca la apuesta por el cacao, que se conoce como el “cultivo de la paz”, generando una gran transformación en comunidades vulnerables y en zonas afectadas por el conflicto armado y las economías ilegales para mejorar las condiciones socioeconómicas y el acceso a derechos de familias campesinas, indígenas y afrocolombianas. Así, con la colaboración de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), se han impulsado diferentes proyectos en las regiones de Nariño, Cauca y Valle del Cauca, donde la producción de cacao ha sido esencial para fomentar su desarrollo económico y social. Además, se fomenta el respeto a los derechos humanos y una cultura de paz.

En Costa Rica, un país de acogida y que ha tenido dificultades para la reactivación económica postCovid, la ONG se centra desde 2020 en los cantones de La Cruz, Upala, Los Chiles, Guatuso y San Carlos, Alajuelita y Desamparados, contribuyendo con la inclusión económica y social, así como el fortalecimiento de capacidades de la población más vulnerable. En dicha labor, destaca el proyecto ‘Arcoirís de Esperanzas’, con el fin de contribuir a que las personas desplazadas sean miembros productivos de las comunidades y colaboren para promover la resiliencia, el crecimiento socioeconómico y el desarrollo común. Se trabaja en integración e inclusión, creando un ambiente libre de violencia donde haya acceso a salud, educación, protección y competencias.

En Ecuador, Ayuda en Acción está presente desde 1986 y actualmente desarrolla programas en Azuay, Carchi, Cotopaxi, Esmeraldas, Guayas e Imbabura, dedicados a la infancia, la adolescencia y la juventud. Entre otros aspectos, ha colaborado para dar acceso a agua segura a comunidades, reducir el riesgo de desastres, integrar población migrante en comunidades de acogida y acabar con la desnutrición crónica infantil en las parroquias de San Andrés y Manglar Alto.

En Costa Rica, sobresale el proyecto ‘Arcoirís de Esperanzas’, para contribuir a que las personas desplazadas sean miembros productivos de las comunidades y colaboren para promover la resiliencia, el crecimiento socioeconómico y el desarrollo común

La Comunidad de Madrid ya lleva cinco ediciones de una gran fiesta de la cultura en español con cientos de actividad para celebrar la Hispanidad

 

En paralelo, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) tiene, entre otros proyectos, uno denominado ‘Intercoonecta’, el cual busca responder a las necesidades de Hispanoamérica con profundas transformaciones, así como a renovar la cooperación española en la región, apostando por el conocimiento y la innovación para el desarrollo. Por su parte, ‘Arauclima’ es un programa relacionado con el medio ambiente y la lucha contra el cambio climático a través de la agricultura, las energías renovables, la eficiencia energética, la prevención de riesgos, la gestión integral de bosques, así como la gestión de recursos marinos y costeros. Y el ‘Programa Democracia’ busca impulsar, reforzar y poner en valor la democracia con distintas acciones que favorezcan el diálogo político y social y el intercambio de experiencias y conocimientos entre España, el resto de Europa e Hispanoamérica.

En la Comunidad de Madrid ya hay más de 1 millón de hispanoamericanos, lo que supone uno de cada siete. Por sus países de origen, los más numerosos proceden de Venezuela, Colombia, Perú y Ecuador. Esta gran cantidad de hispanoamericanos ha repercutido en el aumento de las relaciones de la región con los pueblos hermanos del continente americano. La pasada primavera, en Londres (Reino Unido), la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ofreció Madrid como socio estratégico para empresas británicas que buscan acceso al mercado hispanoamericano.

Unas semanas más tarde, dicha región aprobó el nuevo Plan de Cooperación para el Desarrollo 2025 con una inversión de 4,8 millones de euros, el cual permitirá que las organizaciones sociales trabajen en países de Hispanoamérica, como Honduras, El Salvador, Guatemala, Bolivia, Perú, Ecuador o Colombia; y de África, como Marruecos, Senegal y Níger. Asimismo, la inversión se puede ampliar a países que alberguen campos de refugiados o desplazados y a los que requieran de actuaciones de acción humanitaria. A través de la convocatoria pública de subvenciones a proyectos de ONGs, se busca fortalecer las capacidades de las personas de esos países, así como abordar la pobreza y las desigualdades, y promover los derechos humanos, a través de la educación, la salud, el desarrollo económico, el mantenimiento de la paz y el esfuerzo en paliar las consecuencias de los conflictos.

El Plan de Cooperación para el Desarrollo 2025 de la Comunidad de Madrid permitirá que las organizaciones sociales trabajen en países de Hispanoamérica, como Honduras, El Salvador, Guatemala, Bolivia, Perú, Ecuador o Colombia

La ONCE colabora con la Fundación ONCE para la Solidaridad con las Personas Ciegas de América Latina (FOAL)

 

En el último año, Díaz Ayuso ha visitado varios países hispanoamericanos con el fin de estrechar los lazos institucionales y económicos. En concreto, Chile, Perú y Ecuador. Hace poco más de un mes se conoció que planea atraer más inmigrantes hispanos, pero con contrato, pues quiere formar en sus países a trabajadores sociosanitarios de Ecuador, República Dominicana, Colombia y Perú para empleos de difícil cobertura. El pasado 12 de octubre, antes del desfile militar, Díaz Ayuso destacó que “somos hispanos, somos españoles que celebran lo que nos une, esta gran obra que une almas a los dos lados del Atlántico, más de 600 millones que compartimos una forma de ver la vida”. Y no hay que olvidar que en la Comunidad de Madrid ya lleva cinco ediciones de una gran fiesta de la cultura en español con cientos de actividad para celebrar la Hispanidad, porque “no es algo que esté sólo en los libros ni en los museos, sino que está viva y sigue creciendo”, y en su última edición hace unas semanas tuvo a Argentina como país invitado.

Por su parte, el grupo social ONCE también está presente en Hispanoamérica desde hace varias décadas, colaborando en la cooperación al desarrollo a través de la Fundación ONCE para la Solidaridad con las Personas Ciegas de América Latina (FOAL), la apertura de empresas de Ilunion, las negociaciones para el desarrollo de productos de juego multijurisdiccional, así como iniciativas específicas en favor de las personas con discapacidad mediante partenariados, asesoramiento y donaciones. Desde 1998, FOAL ha desarrollado programas de inclusión educativa y laboral, así como para el fortalecimiento del movimiento de personas con discapacidad visual en 19 países hispanoamericanos, generando puestos de trabajo para miles de personas ciegas y posibilitando la educación de niños ciegos. También ha creado alianzas con organismos hispanos para incorporar la perspectiva de la discapacidad en las políticas públicas y que ya ha dado algunos frutos, como un Programa Iberoamericano para la inclusión de las personas con discapacidad.

Asimismo, destaca el programa institucional ‘Solidarios Iberoamérica’, a través de un cupón de fin de semana que se dedica cada mes a uno de los 22 países hispanoamericanos. Por su parte, el de ‘Bibliotecas para todos’ colabora en la creación y el fortalecimiento de espacios de acceso a la lectura y a la información dentro de las bibliotecas nacionales para facilitar el ejercicio de estos derechos a las personas ciegas y con grave discapacidad visual. Además, se trabaja en temas de turismo, accesibilidad, diseño universal y tecnologías asistenciales, y se cuenta con el programa de voluntariado ‘Buscando manos solidarias’.

En La Esmeralda una aldea venezolana a orillas del río Orinoco, el objetivo del proyecto ‘Tejiendo nuestra identidad’ es brindar a los jóvenes la oportunidad de obtener una formación integral, no solo académica

Proyecto ‘Tejiendo nuestra identidad’

 

Otro proyecto destacable es el de la organización Cooperación Salesiana para los Jóvenes del Mundo (CSJM) que desarrolla la congregación religiosa Hijas de María Auxiliadora en La Esmeralda, una aldea venezolana situada en el estado Amazonas, a orillas del río Orinoco. Allí viven las comunidades indígenas, que son la porción más vulnerable de la sociedad de Venezuela y por tanto, la más necesitada de apoyo. Entre los problemas que afrontan, están: la situación de crisis que vive el país y que se acentúa cada día más, la pobreza, la falta de capacitación (la cual convierte a los jóvenes desocupados en presas fáciles de la delincuencia), etc.

Por todo esto, el objetivo del proyecto ‘Tejiendo nuestra identidad’ es brindar a los jóvenes la oportunidad de obtener una formación integral, no solo académica, dotándoles de herramientas que les permitan ganarse dignamente el sustento para sus familias, mejorando así las comunidades. Su directora, Sor Isabel Santos, ha explicado que, por ejemplo, los alumnos aprenden técnicas nuevas y ancestrales para cultivar una pequeña porción de tierra. El año pasado se centraron, sobre todo, en la formación de las chicas de 12 a 17 años a través de la elaboración de tejido de chinchorros (hamacas), tejido con mostacillas (abalorios) y collares, incluso potenciando la elaboración de artesanías propias de su cultura ancestral. Al final del programa, estas chicas saldrán preparadas para, si lo desean, llevar adelante pequeñas empresas familiares y vender los productos que elaboran, pero necesitan ayuda porque la escuela no cuenta con los recursos económicos necesarios para adquirir los hilos de nailon, agujas y otros materiales necesarios; y las familias están en una situación precaria y no disponen de esos recursos.

Las jóvenes esperan con ilusión seguir sus estudios después de haber empezado con tanto empeño. La elaboración de tejidos y prendas supone una motivación para continuar estudiando, porque les proporciona una fuente ingresos con la que mejorar la vida de sus familias y comunidades, manteniendo los rasgos culturales tradicionales. El proyecto ‘Tejiendo nuestra identidad’ pretende autofinanciarse en los próximos cursos con la venta de los productos elaborados por las alumnas. Además, forma parte de la ‘Misión Esmeralda’, que desarrolla proyectos de alimentación, salud y formación que tienen el apoyo ocasional del Vicariato Apostólico, Misiones Salesianas y CSJM.