Sr. Director:

Sabemos que el Evangelio de Jesucristo no se agota ni se identifica con programa político alguno, pero también sabemos que promueve los valores fundamentales de cada persona y el bien integral de los pueblos, la dignidad de toda persona humana desde el vientre de la madre hasta su ocaso natural, la protección y defensa de los más vulnerables,  la lucha contra la pobreza y las desigualdades sociales, el respeto a los derechos fundamentales de toda persona, la búsqueda del bien común y de la justicia social.

Nos lo recuerdan los obispos de Extremadura ante las elecciones autonómicas que se celebrarán el 21 de diciembre del presente año. Además, alientan a los ciudadanos a ir a votar de forma libre y responsable, porque ejercer el voto es una de las formas, aunque no la única, de sabernos protagonistas activos y no sólo espectadores pasivos en la configuración de una sociedad humana, justa y fraterna.

La Iglesia no puede ni debe proponer un proyecto político, puesto que la fe cristiana no es una ideología política ni se identifica con ninguna de ellas. Ciertamente es así, pero no vendría mal recordar los cuatro principios no negociables que nuestro amado Benedicto XVI recordó en su exhortación postsinodal "Sacramentum Caritatis".

Estos principios son:

1.-  El respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural.

2.-  La familia, fundada en el matrimonio entre un varón y una mujer.

3.-  La libertad de educación de los hijos.

4.-  La promoción del bien común en todas sus formas.

En el año 2000, la Conferencia Episcopal Española publicó una nota en la que recogía una serie de factores que debemos tener en cuenta a la hora de emitir nuestro voto:

"Respeto sin fisuras a la vida desde su inicio hasta su fin natural,  apoyo claro y decidido a la familia fundada en el matrimonio monogámico y estable, la garantía efectiva del derecho de los padres a escoger el modelo de educación integral que desean para sus hijos, la promoción de una cultura dignificadora de la persona, la aplicación de políticas que favorezcan la libre iniciativa social, el trabajo para todos, la justa distribución de las rentas y la moralidad económica, y el trabajo sincero por la paz"

Los católicos y los hombres y mujeres de buena voluntad deben meditar en qué formación política van a confiar y a cuál de ellas van a apoyar con su voto.