Rubén Múgica, el hijo del asesinado por ETA Fernando Múgica Herzog -histórico dirigente del PSOE vasco-, le ha escrito una carta a su padre con motivo del 27º aniversario de su asesinato, acaecido el 6 de febrero de 1996.

En la carta, Rubén llega a decir cosas como estas: "Entonces, el Partido Socialista se volcó con nosotros. Entonces, digo. No es lo mismo volcarse que volcar. Esto último –volcar– queda reservado para los conscientes desmemoriados que tejen alianzas estables con los herederos de los criminales. Entre alianza y alianza se han dejado el pudor. No basta con proclamar que se es centenario. Cuando te entregas al nacionalismo, catalán o vasco, estos logran su objetivo: los territorios provocan españoles de primera y de segunda. Adiós al sagrado principio de igualdad, vértice de nuestra democracia. Esa es su responsabilidad, que no se diluye llamando «fascistas» a los demás, como acostumbran".

Y prosigue, ya en alusión directa al actual presidente del Gobierno:

"Nadie tendrá que interpretar estas palabras ni deducir a quién me refiero. Es al presidente del gobierno, Pedro Sánchez, y a su corte de aduladores, nada refinados. Antes de que algún tertuliano a sueldo me llame «facha», se lo digo: mis cuatro abuelos fueron republicanos; si a ellos les falta alguno, se lo presto. La parte española de mi familia fue perseguida por Franco. La parte judía de mi familia fue exterminada en las
cámaras de gas de Auschwitz. Y a mi padre le pegaron un tiro, unos fanfarrones compendio del mal: totalitarios, violentos y racistas".

Rubén Múgica también crítica a los políticos que opinan que hay que pasar página:

"Luego vinieron los del cuento: los pomposos que dicen que las víctimas del terrorismo debemos «pasar página». Hablo por mi familia: que no cuenten con nosotros. Pasar página, como engañosamente proponen, no te lleva a ninguna otra, sino al éxodo personal: te desprendes del pasado, y resulta que no tienes nada por delante. Hay precedentes: pasas página y al día siguiente te encuentran tomando el aperitivo con un tal Arnaldo. Pasas página y acabas diciendo y oyendo naderías: démonos la mano, todos tenemos algo de culpa, no debe repetirse, lamentamos el daño causado... Y bla–bla–blá. Para cuando te has dado cuenta, la ronda la pagas tú".