Isabel Celaá de tonta no tiene un pelo, pero de mala toda la espesa pelambrera que adorna su cabeza. Porque hace falta ser requetamala y tener el alma del color de su cabellera para arrebatarnos los hijos, que son tan nuestros y tan queridos que por ellos entregamos toda nuestra vida en porciones diarias y hasta estamos dispuestos a entregarla toda de golpe por defender la de ellos, si llegara el caso y fuese necesario. Y semejante atrocidad solo la puede cometer una mujer que sea muy… pero que muy mala, tan requetemala como Isabel Celaá.

El problema es que como el pueblo llano no se entera y los que deberían advertirle de los peligros no se quieren enterar y se portan como perros mudos, para seguir llevándose bien con el poder, se ha descargado la gravedad de la sentencia dictada por Isabel Celaá cuando dijo que “los hijos no son de los padres, sino del Estado”.

De este modo, la cosa ha quedado como la ocurrencia de una persona con poco juicio, cuando en realidad es un ataque letal a la línea de flotación de la familia, un torpedo que ya ha sido disparado en el mes de diciembre pasado, cuando se aprobó la conocida ley Celaá, porque lo de esta señora tan requetemala no se ha quedado solo en palabras... La Celaá va en serio.

A este Gobierno de socialistas y comunistas lo que aprendan nuestros hijos y su formación académica les importa un pimiento, lo único que quieren es arrebatar sus almas para controlar la sociedad como hacen los tiranos

En efecto, en la legislación anterior a la ley Celaá se condicionaba la creación de los centros escolares a la “demanda social”, así dicho en terminología cobardica, es decir, del PP, porque como es sabido el centrismo consiste en desterrar los principios y no llamar a las cosas por su nombre; por eso la legislación del PP no se atrevió a decir “demanda de los padres”, que somos los auténticos titulares del derecho a la enseñanza de nuestros hijos. Y así la ley “pepera” fue envuelta en la confusión, porque por demanda social se puede entender tanto lo que pide un conjunto de padres, como lo que solicita un sindicato o un club de montañismo.

Pues bien, la maldad de la ley Celaá ha suprimido el término “demanda social”, no vaya a ser que a un conjunto de padres haya que darles una licencia para construir un colegio. Y lo de la “demanda social” en la ley Celaá ha sido sustituido por “programación educativa”, porque como ya he dicho lo de que “los hijos no son de los padres, sino del Estado” no es una tontería de la señora ministra de Educación, sino una perversa decisión que se va a llevar a efecto mediante “la programación educativa”, dos palabras que son las que van a utilizar para arrebatarnos a nuestros hijos.

A diferencia del lenguaje cobardica de la derecha pagana, la terminología de la ley Celaá es astuta, y por eso está redactada ambiguamente para evitar que los recursos prosperen en el Tribunal Constitucional. Pero que sea ambigua no quiere decir que la ley no tenga claro su objetivo; los socialistas y los comunistas saben lo que quieren y van a por ello decididamente, y para conseguirlo están despejando el camino de posibles obstáculos.

Llama la atención de la ley Celaá el plazo tan largo que establece para cambiar los contenidos de la enseñanza, proceso que no concluirá hasta dentro de dos años. A este Gobierno de socialistas y comunistas lo que aprendan nuestros hijos y su formación académica les importa un pimiento, lo único que quieren es arrebatar sus almas para controlar la sociedad como hacen los tiranos. Por eso lo que ya ha entrado en vigor es lo de la “programación educativa”, para anular el principio de subsidiariedad que garantice el derecho de los padres a la educación de los hijos.

En la Comunidad de Madrid está vigente la ley LGTB más sectaria de toda España, promovida en su día no por Podemos, sino por el Partido Popular, cuando gobernaba Cristina Cifuentes

Y por si fuera poco lo de la ley Celaá, el ataque al derecho de los padres a educar a sus hijos, y muy particularmente el derecho de los padres que queremos educarles de acuerdo a los principios cristianos, la agresión contra la libertad de enseñanza se refuerza con las leyes LGTB y la que se anuncia como la ley trans.

Precisamente es en la Comunidad de Madrid donde está vigente la ley LGTB más sectaria de toda España, promovida en su día no por Podemos, sino por el Partido Popular cuando gobernaba Cristina Cifuentes. Una ley que la actual presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, no solo se niega a abolir, sino que su mantenimiento está protegido con una línea roja trazada por la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, para que los de Vox no se atrevan a proponer su supresión... Y no se han atrevido. Pero como los de Vox sigan tragando en temas como este, al grupo de Rocío Monasterio de la Asamblea de Madrid lo mismo que ellos llaman al PP, con toda la razón, la derechita cobarde, le vamos a tener que apodar con rima la “derechona tragona”.

Y si los políticos no nos defienden a los padres, tampoco es que nos trasmita seguridad y confianza el tibio y acomodaticio comportamiento de las dos grandes instituciones que agrupan los centros de enseñanza en España: la FERE-CECA (Escuelas Católicas) y la CECE (Confederación Española de Centros de Enseñanza).

El actual Secretario General de la FERE-CECA es el religioso de la Orden de los Trinitarios Pedro José Huerta Nuño, que ha tomado posesión de este cargo hace unos seis meses. Su actuación por falta de tiempo todavía no se puede juzgar, pero en lo que ha hecho la FERE en los últimos años hay datos más que suficientes que no me inspiran niunguna confianza. Y además de una de sus actuaciones fui testigo directo y se la voy a contar.

Como sigan tragando los de Vox en temas como este, al grupo de Rocío Monasterio de la Asamblea de Madrid lo mismo que ellos llaman al PP, con toda la razón, la derechita cobarde, le vamos a tener que apodar, con rima, la “derechona tragona”

Cuando dirigía la FERE el salesiano Manuel de Castro, le invité a la tertulia de un programa de radio que yo dirigía por entonces. Participaban además en aquella tertulia radiofónica otras tres personas: una en la actualidad es diputado en una asamblea autonómica, el segundo es un insigne filósofo  y la otra persona era mi querido amigo Alfonso Coronel de Palma, que falleció recientemente. Transcurría el debate en unos términos tan sorprendentes que como no daba crédito a lo que estaba oyendo, para que me aclarara su posición le pregunté al dirigente de la FERE:

—¿Pero a usted le preocupa más las subvenciones de los conciertos que los idearios de los centros educativos? —A lo que me respondió sin pestañear:

—¡Por supuesto!

La respuesta del religioso nos dejó sin palabras en el estudio de radio, pero lo más lamentable es que desde entonces lo que yo he podido comprobar de las actuaciones de la FERE es que pone mayores esfuerzos en mantener el dinero de los conciertos que en defender el derecho de los padres a la educación de nuestros hijos.

Por otra parte, a fuer de sincero, debo confesar también la decepción que me produjo hace unos años la otra organización, la CECE, que controla su presidente, Alfonso Aguiló, y desde entonces al día de hoy su actuación no me ha hecho recuperar la confianza perdida. Este mismo periódico Hispanidad dio la noticia de unas manifestaciones de Alfonso Aguiló muy comprensivas con esa ley LGTB tan sectaria de Cristina Cifuentes, que hubieran sido motivo más que suficiente para haberle relevado del cargo y haber puesto a otra persona en su lugar, que defendiera el derecho de los padres a educar a nuestros hijos con más claridad y valentía.

Tanta mediocridad y tanta cobardía de estos dirigentes actuales de la educación en España contrasta con la categoría, la valentía y la coherencia con la que otros defendieron la educación de los cristianos en momentos históricos tan difíciles para ello como los de la Segunda República.

Uno de ellos fue Rufino Blanco, uno de los grandes de la Pedagogía en España, al que me he referido ya en otro artículo anterior con motivo de su beatificación, por haber demostrado con el derramamiento de la sangre del martirio su coherencia de vida. Pues bien, este gran universitario decía lo siguiente del marianista Domingo Lázaro, que en 1930 fundó la FAE (Federación de Amigos de la Enseñanza), que es el precedente de la FERE. Esto es lo que decía Rufino Blanco de Domingo Lázaro: “Por su cultura filosófica y teológica, y por su educación y relaciones internacionales, conocía como pocos los problemas pedagógicos, especialmente los de la segunda enseñanza, en los que era una autoridad mundial”.

Los padres aún reconociendo su limitación y en cierto grado su insuficiencia son más “competentes que los demás”… La educación que se hace “fuera” de la familia es muy incompleta, y muchas veces se hace “en contra” de la familia

De los muchos escritos de Domingo Lázaro quiero cerrar mi artículo de hoy con una cita suya, que es de lo de la más brillante y claro que yo he leído del derecho y de la obligación que los padres tenemos a educar a nuestros hijos: “La familia es por su propia naturaleza un centro de educación y debe ser el principal centro de educación… Los padres aún reconociendo su limitación y en cierto grado su insuficiencia son más “competentes que los demás”… La educación que se hace “fuera” de la familia es muy incompleta, y muchas veces se hace “en contra” de la familia.

En el procedimiento de la madre está en substancia toda la Pedagogía, que es obra de abnegación, de entusiasmo y de amor. Los pedagogos, si lo son algo, deben todo su arte a las madres.

Los colegios pueden poco para la verdadera educación, y lo poco que pueden, no lo pueden sino cuando los padres educan en casa. El colegio puede poco, muy poco, cuando a él no llega la sombra del padre, ni hasta él se irradia el calor del corazón de la madre. La familia es el verdadero centro de educación. Con la acción de los padres puede el colegio obrar maravillas; sin ella, no puede casi nada”.

 

Javier Paredes

Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá