• Asegura que aplicará a sus niños las leyes sobre identidad de género.
  • El presidente de la patronal de la educación CECE nos anima a vivir la diversidad y luchar contra el acoso a los menores.
  • Y al rebufo del Colegio Santa Mónica de Madrid, patrocinado por el Obispado de Alcalá.
  • Precisamente, fue el obispo de Alcalá quien denunció el totalitarismo homosexualista de la ley del PP.
Sorprendido, asombrado y patidifuso me he quedado con las declaraciones de Alfonso Aguiló acerca de las dos leyes de doña Cristina Cifuentes que pretende imponer el homosexualismo en las escuelas a los niños, desde su más tierna infancia. Es decir, la dos normas malditas del PP madrileño: Identidad y Expresión de Género e Igualdad Social y No Discriminación de la Comunidad de Madrid, por una parte, y la ley de protección integral contra la discriminación por diversidad sexual y de género, por otra. Lo cuenta el Confidencial Digital, de Pepe Apezarena, y para los avisados, la cosa resulta electrizante. Aguiló es el presidente de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE), la patronal no religiosa de la enseñanza privada. Veterano pedagogo, alto 'cargo' del Opus Dei, actualmente lidera la Fundación Arenales, promotora de distintas iniciativas educativas de éxito. Y no hablamos de educación privada, es decir, de élite, hablamos de educación de élite pero concertada. Y eso, que podría ser muy positivo (que no es para ricos), se convierte en un problema cuando sólo se sobrevive mediante el concierto económico que otorga el Estado (un chantaje público en toda regla). Pues bien, el señor Aguiló, prototipo de la enseñanza cristiana, posee un colegio en Rivas-Vaciamadrid, cuyo nombre es Santa Mónica. Y dice don Alfonso Aguiló que en su colegio aplicarán las normas homosexualitas de Cristina Cifuentes, porque, ojo al dato: "Como es natural, somos contrarios a cualquier discriminación, también a las relacionadas con la orientación sexual. Nos alegra que se avance en la cultura del respeto a la diversidad, así como en la detección, prevención y corrección de acciones de discriminación o acoso hacia menores". Lo he leído dos veces y a la tercera creo que me tendrían que pinchar para ver si sale sangre o agua. Aguiló emplea la terminología propia del lobby gay en su versión más extrema. Dime Alfonso: ¿De verdad se persigue a los menores homosexuales en los colegios? ¿En serio? ¿Quién, los alumnos, los padres o los profesores? ¿Respeto a la diversidad? Alfonso, supongo que te refieres a la diversidad hombre-mujer. Pero sigan frotándose los ojos, porque este conspicuo directivo del Opus Dei, de la nueva cadena de colegios de La Obra (Arenales viene a ser un Fomento renacido) y presidente de la patronal privada de la educación, da un paso más: "Y, como también es natural, ese mismo espíritu de respeto a la diversidad, en el marco de los valores constitucionales, conlleva la necesidad de velar por la no imposición de modelos de comportamiento o adoctrinamiento y, por supuesto, todas las iniciativas deberán conciliarse con el respeto a opciones de los padres y con el respeto a que los centros tengan su carácter y su proyecto educativo propios, como han recogido siempre todas las leyes orgánicas de educación desde la transición". Oye amigo y ¿cómo vas a conciliar la aplicación de las leyes Cifuentes con el respeto a las opciones de los padres para educar a sus hijos? A lo mejor es que los padres de los niños de tus colegios te han pedido que les enseñes técnicas homosexuales. Y respeto al ideario de los centros: ¿Tu ideario implica que la LGTB adoctrine a maestros y estos a sus alumnos sobre ideología de género, es decir, sobre homosexualismo? Por cierto, el colegio Santa Mónica está patrocinado por el Obispo de Alcalá, monseñor Juan Antonio Reig. Efectivamente, fue él quien te cedió el local. Y mira por dónde, Alfonso, resulta que también fue él quien, junto al obispo de Getafe, calificó la normativa Cifuentes que tú tanto alabas, como un atentado contra la libertad de enseñanza, contra la libertad religiosa y contra la libertad de expresión,  así como contra la libertad de cátedra. Contra la libertad religiosa también, en efecto, por cuanto esta ley simplemente coloca al Catecismo de la Iglesia en la ilegalidad. Por cierto, Cifuentes estará muy contenta: la obispa de Madrid ya se encargó de explicar que los obispos, tu obispo, Aguiló, era un anticuado y que esto de la doctrina de la Iglesia lo cambia ella en dos patadas. Aguiló, amigo, el concierto es importante pero si por el concierto tienes que renunciar a tus principios cristianos, mejor que renuncies al concierto. Eulogio López eulogio@hispanidad.com