No lo duden: si la reforma judicial israelita no gusta a Joe Biden, es que la reforma judicial israelí es buena. En cuanto 'Yayoyou' ha lamentado que el legislativo israelí haya apoyado la reforma judicial he comenzado a pensar que a lo mejor no era tan negativa, a pesar de las protestas que ha provocado.

Lo explicamos hoy, en Hispanidad, con un artículo de José Ángel Gutiérrez: "En concreto, la reforma debilita el poder de la Corte Suprema para revisar o anular leyes, permitiendo que una mayoría simple en la Knesset invalide tales decisiones. Tiene una voz decisiva sobre quién se convierte en juez, incluso en la Corte Suprema, aumentando su representación en el comité que los nombra. Y elimina el requisito de que los ministros obedezcan los consejos de sus asesores legales, guiados por el fiscal general, algo que actualmente tienen que hacer por ley".

Pues bien, la primera y la tercera condición evoca la censura previa del antiguo Régimen. Yo prefiero el sistema represivo que es el propio del sistema judicial. Usted, gobierno o ciudadano, sea libre para hacer lo que le venga en gana. Si lo que hace resulta ilegal, los jueces se lo tumbarán, pero 'después de', no antes. El veto represivo suena peor pero es mejor que el veto preventivo.

En cualquier caso, resulta que a algunos no nos gusta nada el gobierno de los jueces: ¿qué es eso de que haya que consultar a los jueces antes de emitir una ley? Si la ley no le gusta recúrrala una vez inserta la norma en el BOE. Los jueces no han sido elegidos en las urnas, aunque deberían.

Es decir, la primera y la tercera medida de la reforma judicial de Netanyahu me parecen buenas. Sobre la segunda, referida al nombramiento de jueces, tengo dudas, porque habría que ver hasta qué punto interviene el gobierno de Jerusalén -no de Tel Aviv, como dicen los progres- en el nombramiento de los jueces. Pero tiene gracia que protege Joe Biden, un país en el que la máxima autoridad judicial es nombrada a dedo por el Gobierno (bueno, con el 'plácet' del Senado) y la independencia del poder judicial se administra por vía temporal, que no especial: una vez que el Gobierno ha nombrado a un miembro del Tribunal Supremo el cargo es vitalicio y ya no puede cesarle. Y la cosa funciona.

Además, tiene narices que Europa, con un historial de manipulación de la justicia que bate marcas, con un presidente de turno de la Unión Europea, un tal Pedro Sánchez, que defiende que los políticos deben elegir al poder judicial, el mismo que ha puesto al frente del Tribunal Constitucional a un presidente y a una serie de vocales a su servicio exclusivo, proteste ahora contra los pérfidos judíos. 

Pero el malo es Netanyahu, quien, por lo demás, se lo aseguro, no me cae simpático.