- La intención del líder de CCOO nunca ha sido ayudar al amigo sino fastidiar al enemigo.
- Tanto José María Fidalgo como Cándido Méndez se había percatado de que las fronteras entre propietarios y proletarios se había difuminado de tal modo que no se sabía quién era quién.
- En un mundo nuevo, él continúa con sus viejos rencores.
- El sindicalista moderno debe estar pendiente de dos cosas: Subir el salario mínimo…
- Y reclamar la instauración del salario maternal.
Ignacio Fernández Toxo (
en la imagen) anuncia su retirada como secretario general de CCOO. Es difícil que su sucesor pueda hacerlo peor.
Toxo es un
sindicalista bastante sectario. Nada que ver con
José María Fidalgo, su antecesor, o con
Cándido Méndez, su compañero de fatigas desde UGT. Estos dos querían defender los intereses de los trabajadores en un momento en que dejaban de existir los trabajadores y los sindicatos de clase, en consecuencia, se difuminaban.
Toxo no.
Toxo quería y quiere hacer daño a los presuntos enemigos de los trabajadores justo cuando ambos bandos se habían entremezclado de tal manera que ya no sabía dónde acaba el uno y empezaba el otro. En un mundo nuevo, él continúa con sus
viejos rencores.
Pero este es su programa:
no ayudar al amigo sino fastidiar al enemigo.
Y todo ello con la misma arrogancia de siempre.
Si me tienden la mano, la muerdo.
Los sindicatos de clase tienen un problema: las clases sociales están dejando de existir.
CCOO y UGT necesitan grandes empresas de índole oligopolístico, cuyas maquinarias exigen paz social y que por ello, ceden al chantaje. Pero, afortunadamente, el tejido económico empieza a ser el de autónomos y micropymes, incluso en grandes empresas que funcionan como una suma de muchas pymes. Y si son grandes empresas, a la antigua usanza… entonces peor:
se ríen de los sindicatos porque ya son demasiado poderosas como para asustarse ante una huelga.
Ahora mismo,
la mejor defensa de un sindicato consiste en hacer piña con los políticos,
de derechas y de izquierdas, por un salario digno, empezando por el salario mínimo. El resto, totalmente secundario.
Y si a los sindicalistas tipo Toxo les preocuparan las
pensiones, en lugar de pensar en nuevas formas de explotación de la mujer bajo el equívoco concepto de conciliación,
convertirían la reclamación de un salario maternal como la pieza clave del Estado del bienestar futuro, como método clave para incrementar la natalidad.
De hecho si quería mantenerse en el neo-comunismo debía haber actuado como el demagogo de
Pablo Iglesias.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com