- Francisco teme una guerra nuclear… como manifestación del mal, no se equivoquen.
- Y es que "el mal anda suelto", también en el Vaticano.
- Habíamos perdido el miedo a la guerra atómica y ahora vuelve.
- Pero, en efecto, el peligro está ahí.
- Los corazones andan lo suficientemente agotados como para que alguien apriete el botón.
Viaje a
Chile y Perú. Francisco ha dejado atónito al mundo entero al hablar de
su temor por el inicio de una conflagración nuclear. El miedo telúrico a una
guerra nuclear, terminal, parecía haber pasado a un segundo lugar, ante el miedo a la degradación del planeta. O sea, una quisicosa.
Francisco no suele hablar por hablar. Si fuera periodista se dedicaría a los titulares y dejaría a otros su desarrollo. La conflagración nuclear
la plantea Francisco como una manifestación del mal. El Papa pide a quienes le visitan que recen por él porque el demonio anda suelto y luego especifica que está allí,
en el mismo Vaticano. Y conviene prestarle atención cuando habla de una posible, más que probable, guerra nuclear. Sobre todo porque algunos estamos convencidos de que
el Papa no teme a una guerra nuclear: a lo que teme es al mal extendido como una mancha de aceite, al mal que anida en el corazón del hombre.
Pero, en efecto, el peligro está ahí. Y es que los corazones andan lo suficientemente agotados como para que alguien apriete el botón.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com