Recientemente, la Fundación Madrina alertó de que “las colas del hambre vuelven a crecer nuevamente con familias que ya las habían abandonado”, que no pueden pagar el aumento del precio de los alimentos”. Para la Fundación Madrina es alarmante la cantidad de familias, incluidas ucranianas, que vuelven a quedarse en situación de calle con niños a cargo.

Desde esta misma Fundación se especifica que el perfil de las “colas del hambre” aumenta con nuevas familias, procedentes de un aumento de la pobreza en Iberoamérica que apenas llevan 3 meses en España, y especialmente de familias ucranianas, que están volviéndose cada vez más vulnerables y pobres, previéndose otra “oleada” de refugiados para este invierno desde el conflicto de Ucrania.

“Este aumento del coste de la vida origina que muchas familias de acogida, ya no puedan sostener a familias ucranianas que en su día acogieron, quedándose estas en situación de calle, y pasando de refugiados a mendigos”. A toda esta coyuntura favorece una sociedad cansada y sin recursos para cubrir el aumento de los precios, señala Madrina.

En el último año, la calefacción, el alumbrado y la distribución de agua se han encarecido un 24,8%; los aceites y grasas han elevado sus precios un 23,8%; los huevos son un 23,6% más caros; la leche cuesta un 25,1% más, y los cereales, un 22,3% más.

En concreto, en septiembre subieron, de nuevo, los precios de los alimentos, seis décimas, hasta situarse en el 14,4%, la más alta desde el comienzo de la serie, en enero de 1994. Destaca, especialmente, el encarecimiento de las legumbres y hortalizas, la carne, y la leche, el queso y los huevos.

Pero es que, en el último año, la calefacción, el alumbrado y la distribución de agua se han encarecido un 24,8%; los aceites y grasas han elevado sus precios un 23,8%; los huevos son un 23,6% más caros; la leche cuesta un 25,1% más, y los cereales, un 22,3% más.

Además, la inflación subyacente (sin alimentos no elaborados ni productos energéticos) se quedó en septiembre en el 6,2%, que es una burrada.

A lo que hay que añadir lo que publicó Hispanidad recientemente: los alemanes y otros centroeuropeos andan a la caza de las frutas y verduras españolas y ofrecen el dinero que sea con tal de llevárselas a su país, porque a ellos les cuesta mucho dinero cultivarlas por el elevado precio del gas, con lo que están distorsionando el mercado español y creando serios problemas de suministro.

Los bancos de alimentos se encuentran en una situación «preocupante» por el descenso de entre un 40% y un 50% en las reservas de sus despensas durante 2022

Por su parte, la Federación Española de Bancos de Alimentos destaca en su página web que en 2021 repartió 172,90 millones de kilos. De los que se beneficiaron 1.353.276 personas y 624.000 familias. Sin embargo, este año 2022, solo entre enero y junio ya ha repartido 165 millones de kilos, el 95% de lo que repartieron el año pasado.

De hecho, los bancos de alimentos se encuentran en una situación «preocupante» por el descenso de entre un 40% y un 50% en las reservas de sus despensas durante 2022, como consecuencia de la crisis alimentaria provocada por la guerra de Ucrania y la inflación, recoge OK Diario.

Así pues, las colas del hambre en España son una realidad, por mucho que el Gobierno de Pedro Sánchez nos diga que todo marcha genial y dibuje un panorama idílico, eso sí, a base de subvenciones y ayudas para crear un país de ciudadanos dependientes del Estado y no autosuficientes...

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