La guerra contra esos energúmenos necesita bajar a tierra. "Seis cazas F-16 de la Fuerza Aérea de EEUU parten a la base aérea de Incirlik, Turquía, para apoyar la lucha contra el Estado Islámico". Ese fue el escueto mensaje lanzado este domingo en Twitter -en esa red social siempre es breve todo-, pero nada cambiado realmente en el combate contra el yihadismo en Siria o Irak. En primer lugar porque la guerra desde el aire ha demostrado durante un año que no sirve de nada para acabar con esos energúmenos. O se les combate a tierra, como han hecho los kurdos, o habrá poco avances. Y en segundo lugar, más importante, porque la actitud de Turquía parece más propia del juego del gato y el ratón. Vale, ha cedido su base aérea a los aviones americanos, pero ni los propios aliados terminar de fiarse de Erdogan, que espera sobre todo ayuda de EEUU para su ofensiva contra el grupo armado del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Sólo una cosa ha mejorado: los aviones ya no tardarán media hora, como hasta ahora, en atacar las posiciones del EI, sino algo más de cinco minutos. Gran avance. Hispanidad redacción@hispanidad.com