Toda batalla ideológica acaba en victoria en cualquier bando. Mientras que ciertos ornamentos ensalzan la belleza física y otros diferencian posicionamientos frente a la vida, el pañuelo del sollozo entristecido y arrinconado por el recursivo kleenex, resurge en el hit de la moda gracias al sentir islámico.
Que se cubran los pelos y queramos descubrir el velo para ver el corte por cabezonería o por no admitir el significado del accesorio nos dictamina la poca falta de libertad que permanece y palpita en nuestro territorio.
Cierto es que en el arca de babel o en la torre de Noé, ya se confunden, ni todos somos iguales ni siquiera alguien quiere serlo. La grandeza de la multiracionalidad y la maxiracialidad haría del planeta una diversidad amena si viéramos realidad, eligiéramos una y dejáramos las de los demás para ellos mismos pero está visto que tras el velo del mundo se esconde un profundo racismo ideológico. No sé si es para tirarse de los pelos o dejárselos largos.
¿Imaginan que una firma relevante de moda sacara una prenda que cubriera el rostro y se pusiera de moda?, ¿se hablaría de religión o moda?... Desgraciadamente la religión sigue en la cresta de la ola por lo de siempresantas guerras. No hay conquista sin destino ni lágrima sin pañuelo.
Óscar Molero Espinosa