Sr. Director:

El otro día nuestro presidente fue portada con su pañuelo a lo Arafat. Se le notaba orgulloso, apoyando la causa palestina, como si fuesen los únicos inocentes en ese conflicto. Olvidaba, curiosamente, los terroristas suicidas que siembran día tras día a Israel de muerte, destrucción y llanto. Probablemente tendrá en su dormitorio de adolescente el manido póster del Che, combatiente marxista por la libertad, una libertad cuyo modelo no es que la consolidada democracia cubana.

Creo que nos merecemos un presidente más serio, que no juegue a una parcialidad sensiblera de la realidad. No ha de olvidar que, si fuesen los terroristas islámicos los causantes del 11-M, él podría estar amparando, sentimentalmente, unas acciones similares en otros países democráticos.

Lo del conflicto del Oriente Medio es más complicado que una foto de adolescente apoyando a los buenos. En ese conflicto no hay buenos ni malos, sino un desencuentro tremendo, unas aspiraciones imposibles de compaginar y una metódica provocación al Estado de Israel.

Porque ¿qué pensaríamos si nuestro presidente se pusiese un pañuelo de ETA para significar su simpatía con la causa vasca y su afán de diálogo?

Federico R. de Rivera

rodriguezderivera.federico@gmail.com