Genial análisis el de la prensa norteamericana sobre Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal durante 20 años. Por ejemplo, Los Ángeles Times, el periódico más importante de la Costa Oeste, le hace responsable del portentoso crecimiento de los dos grandes gigantes mundiales. China e India: China e India eran pobres y estaban anquilosados. Hoy día, la escala de la actividad económica global hace que el mundo de 1987 parezca pequeño. Billones de dólares giran de modo eficiente por los mercado de bonos y acciones a diario, en volúmenes más de diez veces mayores que en 1987, y el comercio mundial florece.
¿De verdad? Es impresionante. Greenspan toma una decisión de bajar los tipos de interés o de subirlo en Nueva York o Washington y un país de 1.100 millones de personas y otro de 800 se ponen a crecer como locos, generar riqueza y pasar de la miseria al derroche.
Sorprendente trabajo el de este chico, cuyo único cometido, como el de todos los bancos centrales desde la desaparición del patrón oro.
Hay que ser presumido como un yanqui para sacar esas conclusiones. Si China e India han crecido de forma piramidal es porque sus Gobiernos han aprovechado unos salarios de subsistencia, una rutina de hambre y un hábito de supervivencia para poner a trabajar a toda la población muchas, muchas horas. En el esquema indio, y sobre todo en el chino, sólo cabe la disciplina férrea, la ausencia de libertad y la exclusión de los débiles. Pro ejemplo, los niños.
China e India son el mejor ejemplo de que el modelo económico capitalista global, lo que ha dado en llamarse neoliberalismo, ha generado la siguiente paradoja: puede ocurrir que la economía de un país marche bien, pero las economías de sus ciudadanos marchen mal.
En cualquier caso, no ha sido Greenspam el responsable del cambio chino. Lo único que ha hecho el gobernador del banco central norteamericano (tal seria su denominación en Europa) es ofrecer un indicador, un indicio, una pita, de cuánto tiene que valer el dinero. Por ahora, el mercado, en este caso el sistema bancario, más que nada por miedo al riesgo, ha seguido los dictámenes de la Reserva Federal o del Banco Central Europeo. Pero ojo, cada vez los sigue menos y la tendencia es a liberarse de las indicaciones de la autoridad (monetaria, por supuesto).
Ahroa volvamos a China e India. Su milagro económico poco tiene que ver con las virguerías monetarias de Greenspam o del Banco Central Europeo, sino con la política económica más pedestre, menos glamurosa, pero mucho más relevante- de los llamados países emergentes, consiente en competir con la mejor tecnología occidental a costa de salarios bajos y muchas horas de trabajo. Con esta explotación así se ha llamado siempre- del trabajador chino o indio, así como de otras maravillas asiáticas, estos países han conseguido inundar el mundo con sus productos. Son productos hechos con sangre, que al final, permiten crecimientos del 10% en India y del 8% en China. Greenspam no tiene nada que ver con ello, es obra del carácter dictatorial y de supervivencia de los gigantes asiáticos.
Algo más relacionado con la labor del mago Greenspam es el florecimiento del comercio mundial y el movimiento y aumento del dinero en circulación que ha hecho pequeño el mundo de 1987. Traducido : vivimos en un océano de liquidez, en un mar de especulación donde sobra el dinero, eso es verdad, y falta la producción de bienes y servicios. Y eso no tiene por qué ser bueno. En principio, sólo representa más especulación: más dinero sobre un mismo o similar número de bienes y productos que intercambiar. Por supuesto que el principal problema del inversor actual es encontrar algo donde invertir. Pero eso no es necesariamente bueno.
El comercio internacional florece, pero habría que descontar que parte de este comercio no es más que circulación de capitales, que no de bienes. Si el comercio crece gracias a la desorbitada especulación de los mercados financieros, entonces, mejor dejarlo. Que yo sepa, los mercados financieros especulan con la deuda de las naciones (con lo que los Estados cada vez succionan más impuestos a sus ciudadanos para poder pagar su deuda pública) mientras el 99% de los capitales que se mueven en bolsa son mercado secundario, es decir, que ayudan más bien poco a la empresa y sólo hacen girar su acción sin límite, con una especie de ruleta en la que, al final, siempre hay un tonto. O muchos tontos, que se dejan hasta las orejas.
El papanatismo de la prensa progresista occidental es capaz de convertir en héroe a un señor que ha hecho lo que ha podido, y es capaz, también, de alabar reiteradamente los sistemas de explotación a los que las dictaduras asiáticas están sometiendo a su población. Una explotación que no permitirían en España
Eulogio López