Así que en el Partido Popular ya hay ruido de sables. Rajoy no da la talla, es la frase con la que podemos resumir el actual estado de ánimo. Nadie está dispuesto a esperar a las municipales: si el actual presidente le hace perder Galicia al Partido, deberá marcharse: convocatoria de Congreso extraordinario y elección de nuevo líder.
El problema es que no estaban preparados para una crisis tan rápida. Unos hablan del director gerente del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato, otros de que vuelva Aznar; los más fieles al aparato pujan por Ángel Acebes, la progresía de derechas quiere al alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón, quieren o a Eduardo Zaplana o a Josep Piqué, pero a estos dos últimos no los quiere nadie más, otros, por supuesto, hablan de candidato eterno, Jaime Mayor Oreja... pero nadie se atreve a levantar la cabeza. El caso es que Rajoy está cada vez más solo. Y si conserva Galicia, a lo mejor sólo continua la agonía.
El gallego Mariano Rajoy es muy consciente de su situación. Por eso apretó el acelerador en el Debate, pero al parecer los españoles prefieren la sonrisa a las palabras claras, porque el resultado se ha vuelto contra el líder del PP. Si hablamos de contenidos, Rajoy ha optado por la defensa de la unidad de España. Sólo hay un problema: Rajoy está defendiendo un patriotismo sin esencia, porque no es posible entender España sin la fe cristiana. Por eso, ni tan siquiera ha conseguido convencer a los españoles de su postura de firmeza frente a la banda terrorista ETA.
España no puede entenderse sin la Fe católica. Pero Rajoy se empeña en lo que él llama la aconfesionalidad del Partido, aunque no es eso lo que está en juego. Sin embargo, se ha mostrado tibio en la defensa del matrimonio homosexual, y en otras cuestiones claves del humanismo cristiano : la vida, la educación, la inmigración (donde sus posturas chocan abiertamente con las mantenidas por la Iglesia) o la justicia social.
No, Rajoy necesita llenar su patriotismo. Y lo curioso es que se le acaba el tiempo.
Eulogio López