En las últimas intervenciones he podido observar que el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya no sonríe cuando el Partido Popular le pregunta en el Congreso de los Diputados por el caso Faisán.
El juez de la Audiencia Nacional, el que no está encausado en nada, ha decidido aplicar escrupulosamente la ley e investigar a fondo los hechos. Se nota a las claras que el todopoderoso vicepresidente del Gobierno ya no utiliza la ironía ni el sarcasmo como armas arrojadizas contra el PP. El chivatazo a ETA puede pasar una factura muy seria a la cúpula de Interior. Probablemente, durante los próximos meses se acabará el alborozo en los escaños socialistas.
Hay graves responsabilidades en juego, que afectan al propio superministro y, posiblemente, también al Presidente, que por pura lógica debía estar al caso. De todas las maneras, en las últimas quinielas a la sucesión de ZP, parece de D. Alfredo no entra, alguna cosa tendrá que ver con el caso. Aunque Sortu ha sido, sin duda, como un balón de oxígeno.
José Morales Martín