Lo que ha hecho la Comisión Europea con referencia a España ha sido concedernos un poco de oxígeno con la condición de que se apliquen todas las reformas anunciadas por el Gobierno con la exigencia añadida de que apriete un poco más el cinturón de los españoles con un aumento de impuestos y un reajuste de las pensiones de acuerdo con el envejecimiento paulatino de la población.
Con este panorama se ha producido una especie de milagro político al ofrecer la oposición socialista al Gobierno; un acuerdo para respaldarlo ante la próxima y decisiva cumbre europea.
Aunque este consenso suene a oportunista, llegue tarde y se pueda romper en cualquier momento, parece que la oposición se ha dado cuenta de que la política de austeridad no solo ha sido necesaria sino que ha permitido a Rajoy exigir a Bruselas más seriedad en el cumplimiento de sus responsabilidades en la reactivación económica, la ayuda a las pymes y el estimulo del empleo juvenil.
La conclusión es que España ha recuperado la credibilidad perdida y, sobre todo, la voz para hacerse oír, al tiempo que ha reforzado la esperanza de que el esfuerzo soportado está valiendo la pena.
Pedro García