El PSOE tuvo este fin de semana su convención en Zaragoza. En principio se supone tratarían las próximas elecciones autonómicas; después se convirtieron en el apoyo incondicional al señor Zapatero; Blanco proclamó que nunca ha conocido un socialista mejor.
Tras darle por muerto y vislumbrar que todavía respira, y que hay posibilidades de seguir ordeñando a la escuálida vaca hasta el último suspiro, han convertido la convención en un vergonzoso discurso de vuelta desde el más allá a este cadáver político. Entretanto, los casi cinco millones de parados, las decenas de miles de empresas desaparecidas, el desprestigio que sufre España ante el mundo, por no hablar más que de temas económicos, sigue su caída libre.
En el capítulo de la indignidad de la persona, tras los derechos de aborto, matrimonio homosexual, multiplicidad de familias, secuestro de la educación de los hijos, le toca el turno al derecho a una muerte digna.
¡Qué ocasión tiene el PSOE -y no sólo ZP- de reclamar para sí este derecho! Es otra ocasión perdida de haber manifestado su coherencia si, recogidos sus papeles, hubieran hecho mutis por el foro.
Amparo Tos Boix