Suena a fortaleza ver como algo inmaterial toca el cielo y se asienta en el trono de los elegidos.
Ver, tocar, saborear, sentir, oírlos sentidos Castells al igual que el canto de la Sibila junto con el arte flamenco y la dieta mediterránea ocupan ya, meritoriamente, un hueco reconocido en el legado cultural como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Cuidar de los hechos, mantener las antepasadas costumbres y transmitirlas durante la evolución de la especie para que consten en presente del verbo ser y perduren tiernas hasta la eterna edad, no resulta tarea fácil para quienes se resisten en dejar que el origen caiga de olvido por la carpediana realidad.
En este mundo cíclico en el que el inicio depende de uno, el seguimiento de otro y la perpetuidad de uno y otro de unos otros de éstos desconocidos, dar continuidad a algo es incluso más complicado que haber creado su hábito. En principio, sin principio no hay fin aunque a veces se llegue al fin por principios, pero cuando se erige una pared sin cemento ni haber cavado su cimentación, lo más probable y destinado es que caiga al vacío convirtiéndose en un muro de lamentaciones; pero cuando desde el principio y con una estrategia premeditada, para subir y alcanzar un objetivo de altura se presenta y compacta una base y a un intangible sentir colectivo se le suma el esfuerzo enlazado al unísono a toque de la temblorosa e inquietante gralla, que eriza y trenza de gallina la esencia del ambiente, y empieza a perfilarse la erección trepando como la espuma a ritmo de hormigas, cada vez más minúsculas, hasta llegar a la cúspide donde dos agachaditos preparan la silla a la más pequeña de las chinchetas para que al sentarse levante su breve mano dando así el pistoletazo de salida al aplauso que en tensa espera aguardaba en el latente público se convierte en la conquista de la voluntad, en el orgasmo de la Colla, en el éxtasis del aplomo, en la placidez del esfuerzo, en el fin desde el principio
Los efímeros, peligrosos y espectaculares Castells agrupan una serie de valores en serie como el apoyo, la solidaridad, el esfuerzo y la ilusión que los convierten en costumbre popular rica en sabiduría. Sirvan estas letras agrupadas para mostrar la más humilde de las distinciones para quienes crearon este Patrimonio Intangible que ahora vemos y sentimos reconocido en lo más alto de las costumbres y felicitar desde la admiración a todo aquel que ha hecho posible su continuidad y asentamiento en el tiempo dejando ver entre el folre i manilles la verdadera esencia de la más bella de las tradiciones catalanas: el trabajo en equipo. ¡Enhorabuena castellers!
Oscar Molero Espinosa