Un padre, culto, profesional de tipo medio-alto, ha llevado a su hijo de 13 años a ver el Código Da Vinci, y naturalmente, ha salido entusiasmado explicándole a su niño que esa es la verdad absoluta, al fin descubierta tras tantos siglos de ocultación clerical. Se trata de un padre moderadamente joven, que ha recibido la educación propia de la España de los setenta, y que acude a misa los domingos, lo que muestra una vez más la pertinencia de las palabras de Juan Pablo II: El martirio del siglo XX es la coherencia. A sus 13 años, he podido comprobar que su hijo tiene un cacao mental digno de mejor causa, y sólo superado por el que anida en el cerebro paterno.
Por eso aplaudo la iniciativa de Goya Producciones, quien ha realizado un documental de unos 45 minutos, espléndido, sobre las tonterías de Dan Brown, autor de la obra. La visión es emocionante, por el pitorreo sobre la ignorancia estruendosa del multimillonario escritor norteamericano. Tan desolado se ha quedado el director de la película, Ron Howard que ante la denuncia de gazapos, incongruencias, falsedades y majaderías de El Código da Vinci, ha tenido que arremeter con un insulto novedosísimo : fascista. Así que el DVD que recomiendo vivamente, y del que hago la publicidad más entusiasta: ha necesitado tres cuartos de hora sólo para desmontar alguna no todas- de las estupideces flagrantes del vendidísimo libro.
Y es que es más fácil romper el átomo que romper un prejuicio. Los 40 millones de lectores de El Código, y los 800 millones de personas (¿a que no?) que se pretende vean la película por cierto, ¡qué coñazo!- pude quedar convencidos de que la majadería Brown es, por fin, la verdadera historia del Mundo y del hombre, si alguien no les advierte de la estafa y siempre, ojo al dato, que no lean el libro o vean la película con el prejuicio de nuestro profesional, que entró en la Sala convencido de que el pestiño le iba a gustar muchísimo. Su hijo, seguramente, salió muy edificado.
Eulogio López