A ver si nos entendemos. La corriente general, y muy nociva, en la economía actual es que los directivos ocupen el puesto de los propietarios y chuleen a éstos con gran empeño. Podemos disfrazarlo de mil maneras, pero esto no deja de constituir un atentado contra el derecho a la propiedad privada, derecho fundamental que la progresía lleva poniendo en solfa desde hace 40 años.
Como ningún poderoso es tan sincero como para reconocer que actúa dolosamente, los grandes ejecutivos se acogen a la defensa del pequeño accionista para justificar que mandan en su compañías más que los propietarios. Todo esto no sucedería, claro está, si se diera la situación económica ideal: que no existieran grandes compañías, porque en la pyme, el gestor no le toma el pelo al propietario… dado que ambas figuras coinciden.
Pero como por el momento no podemos liquidar todas las multinacionales –nunca pierdo la esperanza- debemos atenernos a lo que tenemos. Por ejemplo, en el caso Endesa.
Por un lado tenemos a una empresa artificial, en cuanto creada por el Gobierno de Berlín al toque de corneta, llamada E.ON, donde los propietarios son una cosa llamada fondos de inversión, es decir, otras multinacionales del ahorro, donde los partícipes no mandan un pimiento y donde un puñado de gestores deciden sobre el dinero de los demás. Lo único que se les pide es que obtengan remuneración –a veces ni eso, porque tienen la excusa de que la Bolsa se ha caído-, al menos la remuneración estándar… rentabilidad que ellos mismos crean, porque la estandarización son… ellos mismos.
Aceptado ese esquema de capitalismo financiero –un horror- E.ON es la que ha actuado con más transparencia (transparencia es la forma en que el capitalismo actual califica a la moral): ha ofrecido una OPA sobre el 100 por 100. De hecho, no deberían existir otra cosa que opas sobre el 100 por 100. Las opas parciales son injustas por naturaleza.
Enfrente, tenemos a una Acciona que premió a un 21% del capital (es decir, tampoco al pequeño accionistas, sino a fondos de alto riesgo, y que con un 21% quería controlar toda Endesa. El problema de Acciona es que si quería "españolizar" Endesa, lo que tenía que haber hecho es comprar el 100 por 100 del capital con condición al 50%. Porque ahora sabemos que lo que le interesa a José Manuel Entrecanales es repetir la operación Airtel: forrarse de dinero y seguir manteniendo la tarjeta de presidente. Un pelotazo en seis meses y gloria para siempre. Ni españolidad de Endesa ni historias.
Y tenemos a una ENEL, la más vergonzosa de todas, que tira con pólvora del Rey. Es decir, trabaja con dinero público, pero no del millón largo de accionistas de ENEL, sino con el dinero de los 60 millones de contribuyentes italianos. El señor Fulvio Conti se gasta 10.000 millones de euros en Endesa y luego se fuma un puro: dos terceras parte de su Consejo lo nombra el Gobierno de Roma y él lo único que tiene que hacer es llevarse bien con Romano Prodi.
Y desde esa misma aceptación del capitalismo financiero (¡qué horror!, como creo haber dicho antes) la OPA conjunta de ENEL y Acciona es vergonzosa. No me extraña la crisis de la CNMV, que ni tan siquiera le ha abierto un expediente informativo cuando son responsables de un clarísimo fraude de ley. Si se acepta que en mitad de una OPA, a punto de terminar el proceso de suscripción, un segundo aspirante puede asegurar que en seis meses –límite legal, no otorgado por Conthe- lanzará una OPA superior, toda la normativa sobre ofertas públicas deja de tener sentido.
Otrosí: lo de Caja Madrid y E.ON, de la misma lógica capitalista, también es rechazable. A fin de cuentas, el trato de favor que se le otorga a Caja Madrid no se le otorga a Juan Español, accionista de Endesa.
Y queda el tercero en discordia, el propio Manuel Pizarro, otro de esos personajes de la derecha española para los que su nuevo patriotismo consiste en la masa accionarial, a pesar de saber de que las masas accionariales son un espejismo: no son masa, sino un grupo de intermediarios quienes controlan sus voluntades. Pizarro fue el primero en llamar en su auxilio a E.ON, sea por vengarse de la rácana oferta de Gas Natural o sea por asegurarse el sillón futuro. A este paso, podrá permanecer en la Presidencia de Endesa por mucho tiempo. En nombre del ya inexistente pequeño accionista, naturalmente. Aquí lo único que queda pequeño con los 10 millones de consumidores que pagan la tarifa de luz que les provee Endesa. Y pagan sin negociar y sin rechistar. Ese es el buen tesoro que buscan todos los malos de la historia, que son los que salen en la prensa. Como siempre ocurre con el capitalismo, el debate no está entre lo público y lo privado, sino entre lo grande y lo pequeño (sea público o privado). Lo malo del capitalismo no es la naturaleza de la propiedad sino que el pez grande se come al chico. Lo que está claro es que la gran empresa es un nicho de corrupción.
La solución es volver y promocionar la propiedad privada y la pequeña empresa, el mundo de los autónomos y de la micropyme, al menos allá donde sea posible. Esa micropyme que – ¡Cosas veredes, Sancho!- es la única que paga el tercio del impuesto de sociedades. Si cogen ustedes el balance de cualquier gran banco o empresa verán que nunca alcanzan ese porcentaje en sus millonarios beneficios. ¿Por qué será?
Que está claro, que en la batalla de Endesa no hay buenos: sólo puedo distinguir entre malos y malísimos. Y entre todos ellos, lo más probable es que la Endesa que Feliciano Fuster unió de retazos regionales termine despedazada con el siguiente reparto: activos para alemanes e italianos y la pasta líquida para los Entrecanales. Todo gracias a ZP.
Pero por lo menos, que no nos tomen el pelo. Por tanto, apliquemos una argumentación en escalera:
1. El mal radica en la existencia de multinacionales, donde la propiedad y la gestión están divorciados. Pero el crecimiento empresarial no es más que la lógica natural del capitalismo, especialmente del capitalismo financiero actual.
2. El Estado tiene derecho a prohibir una operación empresarial que considere lesiva para su tejido industrial y para el pueblo (ahora llamado consumidor o ciudadano, según depende). Especialmente en sectores estratégicos. Eso sí, la intervención del Estado, o sea, del Gobierno, debe servir para hacer frente a la voracidad de una multinacional o a los ambiciones de unos ejecutivos, pero no para introducir en la pelea a empresarios amigos, que es lo que ha hecho el Gobierno ZP.
3. Aceptada la lógica –la ética- de los mercados, las opas parciales no deberían existir. Y la interrupción de una OPA en marcha llegando una oferta futura tampoco. No debe retrasarse, debe prohibirse.
4. Siempre dentro de esa lógica capitalista, lo lógico sería que Pizarro no hubiera buscado el salvador en Prusia, sino que, previo acuerdo entre las dos grandes fuerzas políticas en liza, se modificara la normativa de Rodrigo Rato y se fusionaran Gas Natural, Endesa e Iberdrola. Es decir, que se hiciera una E.ON. La diferencia es que en Alemania se pudo hacer y en España es muy difícil, porque los alemanes no son cainitas… ni son estúpidos.
Eulogio López