Siempre imaginaba que en Bruselas se cocían leyes importantes, necesarias y útiles para toda Europa.
Más internacionales y serias. Pero cuando más de lleno me ha tocado descubro que no deja de ser más de lo mismo, normas con buenas intenciones sin que estén demostradas y con grandes daños para los sectores regulados, los considerados los malos de la película.
Toda mi vida mi familia ha tenido un estanco. Uno más entre los más de 13.000 que hay en España. Pero ahora parece que a los políticos europeos nuestro negocio no les parece tan bueno como hace años y con sólo proponer una nueva Directiva van a sembrar el principio del fin para nosotros.
Sabemos que el producto que vendemos debe llevar unas advertencias, sabemos que los impuestos son altos para intentar reducir su consumo. Pero también sabemos que es un producto legal que nuestros clientes eligen consumir o no y nosotros vendemos cumpliendo todas las normativas.
La nueva directiva va a fomentar el contrabando. Un lugar donde los estanqueros no tenemos mucho sitio.
Patricia Herrero