La locomotora europea está gripada, aunque sólida. El proceso interanual a junio era del 7,1%. Una caída potente en la actividad de la mayor industria mundial. Sin embargo, el déficit de las cuentas públicas se mantiene relativamente moderado: un 1,5%. Claramente por debajo del 3% que marca el Pacto de Estabilidad. Y desde luego, mucho mejor que la situación española. Los alemanes son muy conscientes de que su economía sostiene el euro. Pero eso no es eterno. No es competencia exclusiva de ellos.
Por su parte, el paro alemán se mantiene relativamente moderado en comparación al español. Todo esto apunta a que otra política económica es posible. A pesar de la dureza de la crisis, Alemania no ha destruido empleo como nosotros y mantiene una envidiable salud en sus cuentas públicas. La diferencia, además de las estructurales entre ambos países, es la que marca Merckel frente a Zapatero. No es lo mismo. Y eso es lo que ha permitido que el PIB alemán suba en el último trimestre un 0,3%. Moderado, pero subida.