El lunes 3 comenzaba la campaña de la renta 2003. El nuevo director de la Agencia Tributaria, Luis Pedroche, compadeció ante los aerópagos del siglo XXI para explicar las novedades de este año. La gran novedad, sin duda, es que entre el lunes 3 y hoy martes 4 se habrán realizado ya 100.000 devoluciones rápidas. Eso sí, siempre que el contribuyente haya asumido como verdadera la información que la superpoderosa Agencia Tributaria tiene de sus "clientes". En caso contrario, aténgase a la paralela, o espere un poco más.

 

Pero lo más curioso es que Pedroche trató de "vender" como exitazo que cerca del 75% de las 15.600.000 declaraciones serán negativas. De esta manera, el pueblo contento: "¡Qué bien! Este año Hacienda me va a dar dinero". Como si fuera la paga de papá o un maná no presupuestado. La realidad es más bien otra: La Hacienda Pública se equivoca en nada menos que en once millones de declaraciones y, curiosamente, siempre a su favor. O sea, retiene de más durante los meses de 2003 y devuelve en mayo de 2004 sin intereses de demora. Y el pueblo tan contento porque llega el maná de Hacienda.

 

En medio de la fiesta, alguien le sugirió a Pedroche que quizás Hacienda se estaba equivocando demasiado y que tanta equivocación resultaba un tanto injusta. Todo un negocio financiero prácticamente invisible. Y entonces fue cuando Pedroche afirmó sentirse volcado a "iniciar una reflexión" sobre el elevado volumen de devoluciones. Eso sí, echando balones fuera: "Eso es competencia de Hacienda y de la configuración fiscal heredada. La Agencia Tributaria se encuentra con una realidad y la ejecuta. Por otra parte, Hacienda no sabe a priori si el contribuyente ha participado en un plan de pensiones o si se aplica deducciones por adquisición de vivienda". ¿Y el superordenador hacendístico?

 

Por otra parte, Pedroche se mostró también muy prudente en lo relativo a la lucha contra el fraude. Ya saben: Todos debemos de contribuir a los gastos comunes eliminando las deficiencias e insuficiencias de nuestro sistema recaudatorio, etc. Aquí también propuso una "reflexión y análisis prudente". Es decir, que de culpabilizar a la anterior Administración de falta de voluntad política para perseguir el fraude sofisticado, nada de nada. Es la diferencia entre gobernar y hacer discursos desde la oposición. Lo último queda para el director de la ideologizada Asociación de Inspectores Fiscales, Ignacio Fadón.