La recién estrenada presidenta de la reserva Federal, Janet Yellen (en la imagen), ha iniciado su mandato prometiendo que no retirará los estímulos monetarios. De inmediato, los inversores se han puesto muy contentos y las bolsas han subido.

La progresista Yellen, han dictaminado los sesudos analistas financieros y periodísticos, "no es un halcón": podemos respirar a fondo.

Para entendernos, a Janet Yellen le califican de progresista porque es partidaria del aborto. Punto y final. Ahora bien, los famosos estímulos no es otra cosa que seguir echando agua al océano de liquidez en el que vive la economía mundial desde que desapreció el patrón oro. Un océano de liquidez que es una de las causas clave de la actual crisis económica mundial. Todo se arregla fabricando dinero pero el dinero beneficia a los rentistas y devalúa la economía real, la productiva, la que crea empleo, etc.

Por tanto, si halcón es aquel que drena liquidez bienvenidos sean los halcones y acabemos con las palomas de una vez. Porque las palomas son las que benefician a los ricos y perjudican a los pobres.

Rico es hoy en día, en una sociedad financista como la que vivimos, quien una vez cubiertas sus necesidades primarias aún tiene dinero para invertir en activos financieros. Por tanto, la soñera Yellen, al igual que el Banco Central Europeo o el Banco de Japón lo que está haciendo es destrozar la economía mundial.

La fabricación de dinero es como una droga: cuando te enganchas no puedes prescindir de ella y destrozas el tejido productivo, la economía real. Y es a esto a lo que le llamamos progresismo. ¿Comprenden

Eulogio López

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