"¿Qué les das, François", preguntaba ese inteligente puñetero que es Carlos Herrera. El presidente francés pedía respeto a su vida privada, tras conocerse su 'presunta', siempre presunta, relación con una actriz francesa.
Veamos, Hollande (en la imagen junto a la actriz francesa Julie Gayet) no se casó con su primera mujer, Segolene Royal, pero tuvo con ella cuatro hijos. Luego la traicionó con la actual 'primera dama' de Francia, Valérie Trierweiler, que no esposa, a quien ahora también ha traicionado y le ha llevado a una cura de reposo -de reposo del cabreo- mientras los franceses gritan: quien a hierro mata a hierro muere.
Y entonces Hollande -¿qué les das, François- aseguraba tener derecho a su vida privada. Podemos discutir si los hombres públicos tienen derecho a vida privada pero no que la vida privada no influya en el quehacer público del sujeto agente. Hollande es siempre Hollande, cuando se escapa de noche del Elíseo y cuando decreta un recorte duro para todos los franceses... que tiene que aceptarlo a la fuerza.
Y tampoco caigamos en la hipocresía de cierta prensa progre que ahora trata de saber si había un mafioso detrás del piso cedido a su presunta querida. Si la infidelidad es presunta, también es presunta la relación de esa infidelidad con su función como presidente del Gobierno. O le tendremos que recordar lo mismo que le recordaba la prensa norteamericana a Clinton con la buena de Mónica 'Lingüisqui', quien hacía horas extras para el bueno de Bill: la vida privada del presidente de Estados Unidos nos importa, porque a quien no sabe controlar su bragueta yo no le otorgo el control del botón nuclear.
Conclusión: François, hijo: lo primero, estate quietecito y sé fiel a aquella con la que te has comprometido. Segundo: olvídate de ser una referencia moral porque todo indica que eres un rijoso y un mentiroso. ¿Con qué valor le exiges a los franceses que se aprieten el cinturón cuando tú te das el gran banquete en tu vida privada usurpando el cargo de presidente de la República Y cuando un poderoso deja de ser una referencia moral también debe dejar el poder.
Eulogio López
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