El Gobierno de turno ha metido en una batidora selección de género, Igualdad y cultura de la muerte. Ha agitado el conjunto y las consecuencias están a la vista. Cristina Téllez lo explica en esta carta.
Sr. Director:
Hay padres que elegirían a sus hijos por catálogo, y si pudieran hasta su profesión, posición social y demás circunstancias futuras que satisfarían su ego paterno.
Pero, hasta que la ciencia no se ponga a la altura de sus aspiraciones, se conforman que sus retoños pasen un baremo de "normalidad". Y si no, se les elimina cuando aún no han nacido, para no ser acusados de viles asesinos al margen de la ley. Además para algo existe el diagnóstico prenatal como garantía de calidad del niño-objeto.
Sin embargo, una convención de la ONU ha alertado de que "abortar a un feto con taras supone un trato desigual". El CERMI, organismo representante de personas con discapacidad, quiere intervenir en la Subcomisión del Congreso de Diputados en la que se debate una ley de plazos del aborto, pues no acepta la despenalización del mismo por motivos de discapacidad psíquica o física, ya que supondría una discriminación grave hacia el enfermo no nacido.
Cristina Téllez
ctellez88@gmail.com