Juan Pablo II no era partidario de llevar a los curas pederastas ante el poder civil. Consideraba que el pecado hace más daño que el delito y que, siguiendo a San Pablo, es la Iglesia la que tiene que arreglar las salvajadas de sus clérigos. El método eclesial es el de arrepentimiento, penitencia y perdón; el método civil es el de juicio y condena, haya o no arrepentimiento, un concepto en el que el Estado no cree.
San Juan Pablo II echó muchas broncas pero la disciplina -el voto de obediencia- se ha perdido en la Iglesia, gracias a los progres clericales. Son los mismos progres que han logrado homologar clerecía con pedofilia y que no pretenden mejorar la Iglesia de Cristo sino dominarla y pervertirla. Los progres se rasgan las vestiduras contra la pedofilia; si logran el poder, es decir, convertirse en referencia moral, empezarán a vender el sexo con menores como liberación sexual. Al tiempo. Lo mismo han hecho con la homosexualidad, por cierto, directamente relacionada con la pederastia.
Y la situación aterró tanto a Benedicto XVI que finalmente dio el paso: que los presbíteros pedófilos fueran juzgados en los tribunales civiles. Yo aún no lo tengo claro pero comprendo a Benedicto XVI, porque la pederastia es algo demasiado grave, aún más en un cura. Eso sí, al permitir que el poder civil entrara en la Iglesia fomentaba, indirectamente, la gran mentira del Nuevo Orden Mundial (NOM), que es la precitada: la formidable exageración de unir clerecía y pedofilia, cuando lo cierto es que el colectivo cristiano es el que menos pederastias alberga.
El Papa Francisco ha dado un paso más y ha animado a la joven víctima de abusos en Granada a denunciar a la policía. Y así ha surgido la nueva exageración. Insisto, personalmente -uno no es tan caritativo como los papas- les cortaría los éstos a los culpables de Granada, pero ya estamos viviendo lo anunciado: los medios se han volcado contra todos los obispos, en especial contra Javier Martínez (en la imagen), titular de la diócesis. Todos son culpables por no poner los medios para evitarlo, lo supieran o no lo supieran. Y eso, en un país como España, donde los casos de pederastia clerical son mínimos comparados con otros países... de la misma forma que con mínimos -gravísimos pero mínimos- comparados con los pederastas civiles.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com
San Juan Pablo II echó muchas broncas pero la disciplina -el voto de obediencia- se ha perdido en la Iglesia, gracias a los progres clericales. Son los mismos progres que han logrado homologar clerecía con pedofilia y que no pretenden mejorar la Iglesia de Cristo sino dominarla y pervertirla. Los progres se rasgan las vestiduras contra la pedofilia; si logran el poder, es decir, convertirse en referencia moral, empezarán a vender el sexo con menores como liberación sexual. Al tiempo. Lo mismo han hecho con la homosexualidad, por cierto, directamente relacionada con la pederastia.
Los progres se rasgan las vestiduras contra la pedofilia; si logran el poder, es decir, convertirse en referencia moral, empezaran a vender el sexo con menores como liberación sexual. Al tiempo
Además, la Iglesia se guía por la caridad y la caridad se aplica primero con la víctima, pero también con el verdugo, cosa que no hace el Estado. Al Estado, por contra, le gusta calificar a todos como verdugos para poder tratarlos como víctimas... del Estado.Y la situación aterró tanto a Benedicto XVI que finalmente dio el paso: que los presbíteros pedófilos fueran juzgados en los tribunales civiles. Yo aún no lo tengo claro pero comprendo a Benedicto XVI, porque la pederastia es algo demasiado grave, aún más en un cura. Eso sí, al permitir que el poder civil entrara en la Iglesia fomentaba, indirectamente, la gran mentira del Nuevo Orden Mundial (NOM), que es la precitada: la formidable exageración de unir clerecía y pedofilia, cuando lo cierto es que el colectivo cristiano es el que menos pederastias alberga.
El Papa Francisco ha dado un paso más y ha animado a la joven víctima de abusos en Granada a denunciar a la policía. Y así ha surgido la nueva exageración. Insisto, personalmente -uno no es tan caritativo como los papas- les cortaría los éstos a los culpables de Granada, pero ya estamos viviendo lo anunciado: los medios se han volcado contra todos los obispos, en especial contra Javier Martínez (en la imagen), titular de la diócesis. Todos son culpables por no poner los medios para evitarlo, lo supieran o no lo supieran. Y eso, en un país como España, donde los casos de pederastia clerical son mínimos comparados con otros países... de la misma forma que con mínimos -gravísimos pero mínimos- comparados con los pederastas civiles.
Lo mismo han hecho con la homosexualidad, por cierto, directamente relacionada con la pederastia
Y así, por ejemplo, la feroz persecución a los cristianos en el Creciente Fértil, en el lejano Oriente o en África, pasa desapercibida. Incluso la diplomacia vaticana no se despliega en favor de los cristianos asesinados, violados y masacrados por islámicos o perseguidos por hindúes o retrocomunistas chinos. Lo único que importa son los tres curas y un profe de religión de Granada y, por extensión, todos los obispos o sacerdotes, fieles y todo el que se confiese cristiano.Eulogio López
eulogio@hispanidad.com