Sr. Director:
Manolo y Amalia son un matrimonio fantástico, sus amigos dicen que no los han visto nunca enfadados por nada, o cede uno o el otro, el asunto es que ya desde novios esto se veía que iba a marchar bien, como dice la madre de él que está muy prendada de los valores de su nuera. Tienen 8 hijos y hasta en eso han tenido suerte, como ellos mismo dicen, son guapos, bien educados, apoyan en las tareas domésticas, cada uno con su pequeño rol buenos estudiantes, se enfadan de vez en cuando pero de ahí no pasa.
Las cosas económicas de la familia, no es que vayan muy bien, tampoco se quejan pero hay que trabajar de lo lindo, porque la Universidad de los chicos es cara, y siempre hay algún extra, que si un Master, que si los dientes de uno, la falta de calcio del otro, la guitarra de la niña, los campamentos de verano, etc. un sin fin de cosas que pasan en las familias numerosas.
Hace un mes murió el padre de Manolo y pensaron que donde caben diez caben once, no se ha hecho una tragedia, por supuesto, y además sabiendo el aprecio de Dña. Ana, madre de Manolo, por Amalia, no se lo han tenido que pensar mucho, además contando que Manolo es hijo único ¡qué menos!. Poncho y Toño dejaron su habitación para la abuela, y se subieron a las literas, del cuarto de varones.
Un buen día, después de aquella reunión en Madrid a favor de la Familia, a la que asistieron con hijos y abuela incluidos, Manolo le dijo en el autobús de vuelta a Amalia, ¡he decidido pedir el divorcio¡ ¡no digas tonterías! respondió Amalia. Si ¡mira! repuso Manolo, es para bien de los dos, la idea no es mía me la ha dado ese Sr. Rodríguez Z. que piensa tanto por la Familia, ¡verás!, Tú y yo estamos casados y bien casados, nos queremos mucho, no nos separaríamos por nada del mundo, y no lo vamos a hacer tampoco, ni nadie va a enterarse, hacemos un papeleo y conseguimos el divorcio, además ahora es rapidísimo, y tú te casas con mi madre; como mi madre me quiere mucho a mí, me va a recoger en su casa que es la tuya y así al morir ella tú cobrarías la pensión de viudedad de mi madre que como sabes no está nada mal. Pero de aquí no se mueve nadie, esto no deja de ser una consecuencia más de la legalidad no tanto de la moralidad ¡claro está!, de las cosas que van ocurriendo con este Gobierno. Se lo he comentado a mi madre y no le importa ella sabe que con su enfermedad no va a durar mucho y así nosotros estaremos un poquillo mas desahogados.
Y así fue, al morir Ana, Amalia quedó como pensionista, lo que les permitió seguir con la señora que atendía a la madre de Manolo, que ahora atendería a sus hijos y hermanastros. Amalia se ha reducido la jornada laboral está más cómoda y puede atender mejor a sus hijos, le acompaña en viajes de negocio a Manolo etc.
Pero a los pocos días, otro acontecimiento nos calló en suerte, por aquello que las desgracias no surgen solas, murió la madre de Amalia y decidieron seguir con el mismo planteamiento, el Sr. Benigno el padre de la madrastra y esposa de Manolo pasó a vivir en el hueco que había dejado la inolvidable Ana, y para no tener que plantearse más problemas Manolo se casó civilmente con su suegro, y el padre de Amalia que es muy bueno no permitió que su hija, que acaba de quedarse viuda, fuera a quedarse sin la ayuda y el cariño de su padre.
Así que decidieron comprar el piso de al lado, un piso muy pequeñito de estos de 30 metros cuadrados, de esos que ha mandado construir la ministra, y han salido ganando todos, pues han ampliado la casa en dos habitaciones, lo que les permite, que los chicos 6 varones duerman en habitaciones de a dos, D. Benigno en la suya propia, las niñas en otra, mi mujer y yo en la habitación de siempre. Entre todos ocupamos la mitad del despacho de la actual ministra, y contamos con tres baños un salón precioso, donde compartimos penas y alegrías, un comedor amplio y una cocina y despensa apropiada.
Benigno trajo a su enfermera particular, ya que tenía una cierta patología bronquial, que él como médico sabía de su corta duración y por desgracia nos dejó antes de tiempo, digo por desgracia porque para los chicos la presencia de los abuelos en casa siempre es una enseñanza muy gratificante. Como es lógico yo a su muerte pasé a ser pensionista de mi propio suegro.
En este momento, Manolo y Amalia, marido y mujer siguen viviendo juntos, quien va a decir a dos hermanastros y además por partida doble que vaya cada uno a una casa distinta a vivir, nadie se ha enterado del bollo, viven bien instalados los hijos van creciendo en el hogar de sus padres, con el amor de sus padres, y viendo el amor que sus padres se tienen, y además tiene la suerte, sin saberlo, de estar compartiendo su vida con sus abuelastros que los quieren como auténticos padres. Y así van tirando poquito a poco.
Así acabará también nuestra sociedad, entre falsas legalidades y grandes inmoralidades, como sigamos con planteamientos tan deslumbrantes como los que nos ofrece el Sr. RZ y la Sra. FV. Ahora me explico el por qué no llegaremos algunos a cobrar nuestra merecidas pensiones de jubilación, después de cuarenta años dejando los pulmones en el trabajo.
Mª Eugenia Ordóñez Iriarte
mabelenord@yahoo.es