Jean-Claude Juncker es algo peor que un eurócrata: es un luxemburgués, es decir, un hombre nacido en un principado fundador de la Unión Europea, sí, pero que antes de eso ya era un paraíso fiscal o algo muy parecido a ello.

Es el pequeño principado el que ha evitado la homologación fiscal en la UE, aunque a estas alturas de despropósito europeo a lo mejor eso no resulta tan importante.

Quiero decir, que lo malo de Juncker no es su perfil de incombustible funcionario bruselino sino algo peor: es un financista. Por esta condición, Juncker ha cargado contra Alemania porque la canciller Angela Merkel se niega a emitir eurobonos.

Es lógico, Juncker protege a los suyos, a los ricos, a los inversores, y quiere que no pierdan dinero. Ahora bien, hacen bien los alemanes en resistirse a aumentar la burbuja especulativa que ha llevado a Occidente a la crisis. Saldremos de la crisis, no cuando todos los países puedan pagar su deuda a costa de rescatar a los inversores y fastidiar al conjunto de contribuyentes, sino cuando los países reduzcan su deuda, cuando dejen de emitir.

La postura de Merkel resulta tan paradójica como clara. Fue Alemania quien encabezó los rescates del bono griego y el irlandés, pero sólo porque sus inversores, especialmente sus bancos, estaban enredados en ellos hasta las corvas. Vamos, que Alemania no ha puesto dinero para salvar a los ciudadanos griegos e irlandeses sino para salvar a sus bancos inversores en deuda griega e irlandesa... y eso a cambio de exigirle a griegos e irlandeses que se aprieten el cinturón.

Dicho de otra forma, para superar la crisis lo que hay que hacer es dejar quebrar a los bancos quebrados y a los países quebrados. El caso islandés (primer trimestre con crecimiento positivo) demuestra que no pasa nada por dejar quebrar a entidades privadas y a la deuda pública insolvente. Bueno, sí que pasa, pero peor es seguir incrementando la burbuja especulativa de deuda pública. Y lo que hay que hacer para rescatar países en crisis es lo que siempre ha hecho la Unión Europea, su esencia y su razón de ser: transferir fondos desde los países ricos hacia los pobres. Fondos para infraestructuras y reindustrialización, no para pagar deuda morosa. Y lo mismo ocurre con las quiebras bancarias: Estados Unidos hizo lo que debía cuando dejó caer a Lehman Brothers. Luego ya no dejó caer a ningún otro y todos los ciudadanos norteamericanos pagaron las deudas de los ricos, de los intermediarios financieros.

Es decir, Juncker, como buen plutócrata, se preocupa por todos los ricos europeos (aquéllos que, una vez cubiertas sus necesidades primarias aún les queda dinero para invertir); Merkel, más nacionalista, se preocupa sólo por los ricos alemanes. Ninguno de los dos nos sacará de la crisis, pero Merkel antes que Juncker. Eso seguro.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com