Todos los poderosos repiten lo mismo. En el entretanto, y debido a estas declaraciones, los bancos pierden capitalización en bolsa, es decir, que se descapitalizan y ponen en peligro una ampliación de capital. Pero dejemos eso.
¿Y por qué tienen que capitalizarse los bancos? La respuesta, lo que no se dice, es porque tienen pérdidas ocultas. Pues mire usted, si tienen pérdidas contables lo que tienen que hacer es aflorarlas, dar pérdidas, suprimir el dividendo e ir a una ampliación de capital y si no, pagar a sus depositantes y echar el cierre. Como hace cualquier pequeño propietario. ¿No quedamos en que la trasparencia era la clave de los mercados financieros? Entonces, ¿por qué políticos y reguladores hablan de capitalizar en lugar de aflorar pérdidas?
Nos dicen que es para que no cunda el pánico. Pero oiga, si todavía hay algo peor que el pánico: la incertidumbre. Llevamos cuatro años de incertidumbre por lo mucho que nos mienten los banqueros en sus balances, los reguladores en sus informes y los políticos con su deuda soberana. Si hubieran aflorado las pérdidas reales -bancos y países- nos habríamos puesto una vez colorados, ahora nos pondremos 25 amarillos.
Y luego está la coña de quién es el que capitaliza, otra mentira oculta, otro eufemismo, si lo prefieren. Porque claro, los fondos no son tontos -es más, son demasiados listos- y exigen unas condiciones draconianas para capitalizar. Y si lo hace el Gobierno, que lo suele hacer, entones todos los contribuyentes estamos haciendo dos cosas: pagar los errores de banqueros y políticos emisores de deuda y permitirles que sigan haciendo las mismas barbaridades que les llevaron -perdón, 'nos' llevaron- a la quiebra, dado que siempre habrá alguien que cubra esas pérdidas: el conjunto de los ciudadanos.
Por tanto, lo que tienen que hacer los bancos quebrados es quebrar o, si lo prefieren, los bancos en pérdidas tienen que aflorar sus pérdidas. Se trata de decir la verdad, que es el camino más corto y más honrado. Con la monserga de la capitalización lo único que estamos haciendo es mentir y empeorar las cosas porque, insisto, lo único que no puede permitirse una entidad de crédito es el descrédito, es decir, las sospechas sobre sus estados contables.
Si, como sucede en España, estas sospechas vienen azuzadas por los propios políticos, entonces ocurre lo de las cajas: que los depositantes retiran su dinero y la imagen se convierte en realidad: los bancos buenos se convierten en regulares, los regulares en malos y los malos en desastrosos.
Todo por mentir: si un banco tiene mora no hay que recapitalizarlo, hay que pasarlo a fallidos y que de pérdidas. Entonces sí. Se busca un comprador y si no lo encuentra, que vaya a la suspensión de pagos, como hace toda familia o pequeña empresa. Y así, todos nos ahorraremos mucho dinero en salvar a banqueros que volverán a tropezar, no lo duden, en la misma piedra. O mejor, nos volverán a arrojar la misma piedra a la cara.
¿Y si, tras la caída de una entidad se produce una reacción en cadena? No tiene por qué. Si un banco cae, lo que ocurrirá será que los depositantes se llevarán su dinero a otra entidad más solvente y del activo se encargarán los administradores concursales.
El pánico no llega por las pérdidas, el pánico financiero llega por la mentira.
Por lo demás, lo justo no es salvar bancos o banqueros -ni tampoco políticos, que son los banqueros de la deuda soberana- con dinero público sino salvar a los depositantes y que quiebre quien esté quebrado. Y, naturalmente, el banquero o político responsable, al banquillo de los acusados.
Lo otro, lo de Almunia, Lagarde, Trichet, Ben Bernanke, etc., no es más que utilizar el dinero de todos para salvar a los ricos y, encima, para mantener la burbuja especulativa. Es lo que se llama economía financista, vulgo plutocracia.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com