Su parecido con lord Palpatine, de la Guerra de las Galaxias, futuro emperador y jefazo del lado oscuro se evidencia con más nitidez cada día. Responsable de Sanidad, potenció la masacre de embriones humanos sin límite (la inauguración corrió a cargo de Ana Pastor, su antecesora con Aznar en el mismo departamento) con dos leyes verdaderamente nazis: la reforma de la fecundación asistida y la ley de Investigación biomédica, dos salvajadas que no tienen parangón en ningún lugar del mundo y que ha convertido a España en una verdadera potencia en el tratamientos de embriones humanos como cobayas de laboratorio. Hitler habría fichado a Salgado sin asomo de duda.
Ahora, como responsable de Economía, ha batido todas las marcas de desempleo, pues más que duplicamos la media de los países europeos, es decir, más que duplicamos a quienes, como nosotros, han sufrido la misma crisis.
La última medalla de esta gloria del zapaterismo ha sido cargarse las cajas de ahorros, la joya de la corona financiera española. Su intervención en RTVE pasará a la historia: no contenta con una Basilea III, el gran instrumento de la plutocracia financiera internacional, doña Elena ha decidido que, si los bancos deben tener un coeficiente de recursos propios del 8%, las cajas lo tendrán del 10%. Eso se llama igualdad ante la ley.
Conclusión: las cajas se convierten en bancos, se ven obligadas a fusionarse, necesitarán ayudas públicas y acabarán en manos de los bancos extranjeros más especulativos. Por ejemplo de Deutsche y Barclays, dos bancos que han precisado ayudas públicas para no hundirse, ya se frotan los picos, los picos de buitre, para abalanzarse sobre los activos de las cajas de ahorros españolas. Bueno, lo mismo que los bancos españoles, claro está. Vamos a perder soberanía financiera pero eso, ¿a quién le importa?
Supongo que a Lady Palpatine no le gustan las cajas de ahorros porque fueron creadas por la Iglesia y constituye la banca de los pobres. Sí, de los pobres, aunque algunas de ellas hayan jugado a banca de inversión y es entonces cuando se han hundido.
Y también porque, como a todo plutócrata, a la señora Salgado no le gusta lo pequeño. Todo debe ser grande y SA, que alguien definió como sociedades Sin Alma.
De paso, Lady Palpatine obliga a las cajas de ahorros a vender sus participaciones industriales, con el evidente peligro de que empresas estratégicas españolas acaben en manos de compañías extranjeras mucho menos rentables pero defendidas por políticos menos necios.
Y lo peor es que Salgado se muestra orgullosa de sus hazañas. Hay que reconocerlo: Lady Palpatine constituye una espléndida seguidora de su presidente del Gobierno, el señor Zapatero, una mezcla curiosa de espíritu homicida y talante totalitario. Como el emperador de la galaxia. No encontrarán muchos ejemplos de este pedigrí en toda Europa, oiga usted.
Eulogio López
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