Naturalmente, el párroco de Lasarte fue uno de los firmantes de la carta en que los párrocos de la diócesis arremetían contra su nuevo obispo, José Ignacio Munilla, un traidor salido de su propio regazo, que encima habla euskera. ¡Malditos idiomas!
Juicio de la misiva sobre su ahora superior: Conocemos de cerca la trayectoria personal de D. José Ignacio Munilla como presbítero, profundamente marcada por la desafección (¡Qué éxito de vocablo, oiga usted!) y falta de comunión con las líneas diocesanas. No con el obispo, oiga, sino con las líneas diocesanas. Esto promete. Ya lo dijo el gran Goscinny: Esto de que los dioses se comporten como si fuesen amos tiene que acabarse. Una cosa es tener voto de obediencia, libremente asumido, y otra tener que obedecer al obispo. Eso ya es pedir demasiado.
Pero nuestro querido cura-párroco Andonegi va más allá y justifica la carta del recibimiento: Es que le conocíamos y demasiado, desde que fue párroco de Zumárraga (Guipúzcoa). Sabíamos de su virtudes: cariñoso, servicial, con dotes de comunicador, pero también que produjo una ruptura entre los jóvenes católicos porque les exigía que rezaran, fueran a Lourdes y a las procesiones y que nunca quiso participar en las asambleas del Consejo Episcopal ni aplicar sus decisiones.
¡Qué escándalo! Un párroco que hace rezar, peregrinar a santuarios marianos, que organiza procesiones en Cuaresma... ¡¿Pero este tío que se ha creído que es un párroco?! Cualquier día se sentará en el confesionario y pretenderá que la gente le cuente sus pecados...! Un párroco, monseñor Munilla, es aquél que participa en las asambleas episcopales de reverendos, órgano democrático donde se han forjado tantos euskaldunes de pro, y no rezando, cosa antigua donde las haya. Pregunte a don Xabier.
Y por si no había quedado claro, nuestro presbítero nos explica el significado último de la protesta clerical contra su nuevo monseñor, el de la cartita: La cuestión nacionalistas-no nacionalistas estuvo presente pero sobre todo fue un asunto de modelo y línea eclesial. Eso está bien. Veamos, ¿qué se entiende por modelo eclesial? Ahora mismo se lo explica don Xabier: El Papa apuesta por el catecismo y el culto, quiere volver a rezar el rosario y apoyarse en grupos anti-intelectuales de obediencia ciega a la jerarquía como los Kikos. Los carismáticos, el Opus... no quieren cristianos formados, quieren devotos. Mala gente, los devotos.
Claro, ¡y eso no puede ser! Porque el problema ya no es el prelado de Sanse, sino el Papa. Propongo que los clérigos de Guipúzcoa redacten una nueva carta democrática, esta vez para explicarle un par de cosas a Benedicto XVI que, por ser alemán y no nacido en La Concha, no puede entender que eso de rezar el rosario ya no se lleva, y lo del culto y el catecismo es cosa del pasado, sin ir más lejos del siglo XX. Entonces, ¿en qué puede ocupar un párroco su tiempo? Pues está clarísimo: en las asambleas del Consejo Episcopal, en agotadoras sesiones para intelectuales.
Esto de los intelectuales del mosén Andonegi me confunde un tanto. Lo de los renos y los kikos pase: su carisma es otro. Lo de los carismáticos y los kikos pase, pero lo de introducir al Opus entre los grupos anti-intelectualidad... Pero hombre, don Xabier, si los del Opus tiran a escolásticos-ladrillo y huelen a tomismo plúmbeo. Si les das los buenos días y te recitan la Summa Teológica, campeón.
Pero lo que está claro, queridos feligreses, es que el Papa no quiere cristianos formados, al menos los más intelectuales, los formados en la Rectoral de Lasarte, los que hablan y no reparan acerca de los modelos eclesiales en la Asamblea no laica de la diócesis.
Pero lo más duro, lo más terrible, lo más cruel, es la conclusión del cura párroco Andonegi. Ojo a la profecía: Va a ocurrir, ya está ocurriendo, que habrá dos iglesias paralelas. Por modestia, virtud muy propia del clero de la zona, don Xabier no nos dice que esas dos iglesias sean el Vaticano y la Asamblea de curas de Donosti y aún menos no identifica cuál es la buena y cuál la mala, pero el sentido es meridiano, explícito.
Y llegados a este punto tengo que reconocerles algo terrible. Coñas aparte, el cura Andonegi está cargado de razón. Hay dos iglesias, el divorcio es irreparable. En una de ellas militan los que creen en Dios, en la otra los que creen en el Consejo Episcopal de Guipúzcoa. Lo importante, con vistas a la necesaria estabilidad política es mantener un delicado equilibrio entre las dos corrientes. Dicho de otra forma, el propio obispo de San Sebastián que sea un ateo.
Eulogio López
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