Sr. Director:
En Uruguay, tenemos una empresa familiar de negocios inmobiliarios. Tiempo atrás, nos llamó un "inversor" originario de Málaga, interesado en comprar propiedades. Mi señora le mostró unas cuantas y luego, él desapareció por un tiempo. Ella estaba encantada con el amable trato y con los buenos modos de este "caballero" español. Y es natural: era un hombre aparentemente muy culto, que estaba de vuelta del marxismo de su juventud, con dos profesiones simultáneas: ginecólogo y abogado.
Al tiempo, apareció de nuevo. Fuimos un par de noches seguidas a cenar con él, y nos habló de un montón de posibles negocios a implementar en Uruguay. Forestación, cotos de caza, turismo rural... Se presentaba todo muy bien. Casi que nos habíamos sacado la lotería... Sólo nos molestó que en un ocasión, cuando le mencionamos nuestro interés en la bioética y en la defensa de la vida, nos cuestionó "cómo nosotros, profesionales, podíamos pensar que la vida comenzaba en el momento de la concepción...".
Esto nos quedó rondando en la cabeza. A la mañana siguiente de la segunda cena, pusimos el nombre completo de este personaje en Internet, y allí averiguamos quien era realmente: un abortero español, propietario de cinco clínicas en Málaga, con varios juicios en su haber, alguno perdido y alguno ganado. Al parecer, se había hecho abogado durante en una estadía en la cárcel para defenderse de las acusaciones que le hacían y para encontrar triquiñuelas legales con las cuales escabullirse.
No está de más decir que este abortero malagueño, quería establecer "oficinas" en la capital del país, y en dos ciudades fronterizas, una con Argentina y otra con Brasil. Casualmente, aquí estaba a punto de legalizarse el aborto, mientras en Argentina y Brasil esa práctica está prohibida... No sabemos si este señor tenía intención de establecer una red de clínicas abortistas; pero con sus antecedentes, no es imposible.
Así como vino se fue. Pero reapareció meses más tarde. En cierto momento, quiso comprar una propiedad de unos clientes nuestros. Pero informamos a los dueños de la procedencia del dinero, y se echó atrás la venta. Perdimos plata, pero dormimos tranquilos...
Contamos esta anécdota porque creemos que es importante que los españoles sepan que con la legalización del aborto, no sólo mueren día a día miles de niños españoles, sino que además, el dinero percibido por esas muertes sale de España para ser "lavado" por los inescrupulosos aborteros en otros países. Algunos de estos asesinos de niños no nacidos, vienen a América con cara de buenos a invertir en forestación; y si no conociéramos el origen de esos fondos, tal vez los aplaudiríamos por su preocupación ambientalista. ¡Qué hipocresía!
Esperamos que el hermano pueblo español triunfe en la lucha por la vida. ¡Que no corra más sangre de niños españoles! ¡Y que no vengan más aborteros a "invertir" su sucio dinero en nuestra tierra!
Bueno..., gracias a Dios, Uruguay ya no es un país muy atractivo para ellos, desde que nuestro Senado rechazó una de las peores leyes de aborto presentadas jamás en el mundo entero. ¿No será hora de que los políticos españoles hagan lo propio?
Ing. Agr. Álvaro Fernández
Asociación Vivir en Familia