El problema es que, hasta muchos republicanos, ven a la Monarquía como un modelo que se debe imitar, mientras el actual monarca, y muy especialmente su sucesor SAR Felipe de Borbón y Grecia, pretenden imitar a la sociedad, pero no al pueblo, sino lo políticamente correcto.
Vamos, que tenemos un rey casi progresista y un príncipe totalmente progre. Y los progres son los que detentan el poder hoy en día en España pero no la admiración del pueblo.
Un ejemplo muy significativo. Por ahora, el detalle más significativo del heredero al trono y su esposa, doña Letizia Ortiz ha consistido en exigir la exclusión total, de todo acto público en el que participen, de cualquier significado religioso (lo cual, en España y en la monarquía española escomo pretenden hacer sopa de ajo sin pan y sin ajo). La cosa empezó con la inauguración del laboratorio de investigación genética de la Universidad de Navarra, en Pamplona, cuyas instalaciones iban a ser bendecidas por el entonces obispo de Navarra, Fernando Sebastián. La Casa del Príncipe exigió que se prescindiera del Prelado y la Universidad de Navarra aceptó. En efecto, don Fernando tuvo que acudir 24 horas antes para bendecir las nuevas instalaciones científicas.
Pues eso. Que la monarquía española ha dejado de ser un modelo para ser un discípulo del poder progre. Y eso, por mucho que se hable de degradación popular, es, precisamente, lo que le está alejando del pueblo. Aunque no del poder.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com